Jorge Montealegre Iturra Jefe metropolitano del
Departamento de cultura del Ministerio de educación
Santiago de Chile, Chile
Resumen
En julio del año 2000, a los 88 años,
falleció Pepo (René Ríos), probablemente el
dibujante humorístico chileno más completo del
siglo XX. Se destacó en el humor político,
deportivo, picaresco y para niños. También en la
ilustración de libros y en la publicidad. Condorito, su
personaje de mayor trascendencia no es la única huella de
Pepo en la historia del humor gráfico de Chile, dejando un
patrimonio iconográfico fundamental que ilustra la
«chilenidad cotidiana» de al menos medio siglo de
nuestra historia.
Abstract
In july 2000, at the age 88 . died Pepo (René
Ríos), probably the most prominent Chilean Humor designer
and the most complete in the XX century. He got outstanding in
politic humour, roguis one and also in his works for children.
Besides in book illustrations and publicity. Condorito, his most
well-known character, is not the only trace he let in the history
of Chilean graphic humour. He also let a very important
iconographic patrimony that illustrates at least half a century
of Chilean daily throughout the history.
El julio del recién pasado año 2000,
falleció Pepo a los 88 años. «Tras la
paletada nadie dijo nada», pero no por la ingratitud de sus
admiradores. El largo silencio fue para cumplir con la voluntad
de Pepo, quien pidió que no hubiera discursos de despedida
y que sus cenizas fueran lanzadas al mar, frente al Quisco.
Quedaron muchas palabras sin decirse. Palabras necesarias para
acusar la pérdida del autor de un patrimonio
iconográfico fundamental que ilustra la «chilenidad
cotidiana» de al menos medio siglo de nuestra
historia.
Pepo fue grande. Probablemente el dibujante
humorístico chileno más completo del siglo XX. Se
destacó en el humor político, deportivo, picaresco
y para niños. También en la ilustración de
libros y en la publicidad. «Condorito», su personaje
de mayor trascendencia y que le reportó más
reconocimientos, no es la única huella de Pepo en la
historia del Humor Gráfico de Chile.
Los primeros pasos: de Pipón a Pepo
René Ríos Boettiger, «Pepo»,
nació en Concepción el 15 de diciembre de 1911. A
los dos años, «Pipón» (así le
decían por lo gordito) ya hacía dibujos
impactantes. Tanto, que sus papás tuvieron que hacer
pintar las paredes de la casa para borrar los
«frescos» de tan precoz muralista.
De chico tuvo admiradores y se podría decir que el
socio número 1 de su fans club fue su padre, el Dr.
René Ríos Guzmán, eminente médico
radiólogo de Concepción. Con chochera
–incluso mirando por sobre el hombro– seguía
los primeros dibujos del niño, cuyos momentos de mayor
producción eran cuando estaba en cama con alguna peste
típica de cabrochico.
En cierta oportunidad la mirada paterna quedó perpleja
al ver que el niño –que tenía apenas 6 o 7
años– había hecho una perfecta caricatura del
Intendente de la provincia.
En esos días Pipón dibujó a un
típico personaje de Concepción: un
«canillita» –o suplementero ambulante–
que era tuerto, usaba un parche blanco sobre el ojo, andaba con
un perrito y voceaba: «¡El Suuuuure! ». El Dr.
Ríos le llevó el dibujo a don Lucho Silva, que era
el director del diario El Sur. Esa fue su primera
publicación.
La segunda vez que publicó en un diario también
fue en El Sur. Entonces tenía como 9 años
y su mono era una tira cómica titulada
«Fernando haciendo la cimarra», con la cual
ponía en evidencia al más cimarrero de sus
primos.
Figura 1: Autocaricatura de Pepo con su más popular personaje.
Admirador y recopilador de los dibujos de su hijo, el Dr.
Ríos le organizó su primera exposición:
exhibió en una vitrina de la Confitería Palet, de
Concepción, una serie de originales con la siguiente
leyenda: «Dibujos del niñito René
Ríos, a los 10 años de edad». Semejante
popularidad sorprendió al modesto artista. También
le dio un poco de susto.
Quizá porque ahí empezaba un futuro
insospechado: el pequeño Pipón comenzaba a
convertirse en Pepo.
El apodo «Pipón» (que era como decirle
«gordo como un tonel») fue desplazado por el de
«Pepo», sobrenombre más llevadero que le puso
un médico amigo de la familia.
Así nació uno de los seudónimos
más célebres de Chile.
Sus primeros estudios Pepo los realizó en el Liceo
alemán de Concepción, hasta 4º año de
humanidades. El 5º y el 6º los hizo en el Liceo de
hombres de la misma ciudad para egresar de bachiller. Luego, en
1930, ingresó a la Escuela de Medicina, donde
alcanzó a estar dos años. «Al segundo
año –confesó– tiré la esponja
porque no tenía dedos para el piano ¡yo vivo en el
aire y un médico tiene que concentrarse! ». Sin
embargo, sus compañeros querían que siguiera,
porque era muy bueno... para el fútbol y el
básquetbol.
Obedeciendo a su vocación real, optó por
conocer más la anatomía artística que la
científica y decidió estudiar dibujo en la Escuela
de Bellas Artes de Santiago.
Con el mejor orgullo provinciano, el diario que había
publicado sus primeros monos informó –en marzo de
1932– sobre la partida del hijo pródigo.
«Con su estuche de dibujante bajo el brazo, en
reemplazo de la “Anatomía” de Testut, vencida
la esperanza de un médico serio y grave por la
impetuosidad avasalladora del sentimiento artístico,
René Ríos Boettiger partió hace algunos
meses a Santiago a empezar sus estudios de dibujo en la Escuela
de Bellas Artes».
Ya en la capital, hizo apuntes de artistas para Los
Tiempos e hizo caricaturas de las estrellas de cine para la
revista Ecran. Así comenzó a darse a
conocer en Santiago.
Caricaturas de la política
La llegada de Pepo a la capital coincidió con el
inicio de la revista Topaze, fundada por Jorge
Délano (Coke) en los días en que caía la
dictadura de Ibáñez. No le costó al joven
dibujante ingresar al equipo de topacetes. Más aún,
Coke se convirtió en su maestro y Pepo en su natural
sucesor no sólo como portadista sino también como
un maestro de nuevos dibujantes.
Buena parte de la pequeña historia política y
social de Chile del siglo XX está registrada en
Topaze ... y en aquellas revistas que hicieron
sátira política a su imagen y semejanza. En ellas
Pepo demostró ser un caricaturista de excelencia. Sus
ilustraciones para Topaze, Wikén,
Cambiazo, Tontilandia, La Raspa,
Monos y Monadas, Saca Pica y otras, son un
registro iconográfico que incluye en su extensa
galería de personajes a los Presidentes de la
República y a nuestros dos premios Nobel de Literatura.
Como caricaturista político activo a Pepo le
correspondió cubrir varios períodos:
prácticamente de Ibáñez a
Ibáñez.
Figura 2: Una página de «Don Rodrigo».
En Topaze inició la serie de tiras
cómicas protagonizadas por los jefes de Estado. La
inició justamente con «El Jefe», cuando estaba
al mando su tío Juan Antonio Ríos.
Luego vino «Don Gabito», su tira política
de mayor éxito, que inmortalizó la frivolidad de
Gabriel González Videla. Finalmente, «Don
Sonámbulo», caricatura de Carlos
Ibáñez en su segundo gobierno.
Censura política y moral
Paradójicamente al caricaturista político no le
gustaba la política y evitó las polémicas en
ese terreno. Las posiciones que reflejaban sus dibujos muchas
veces eran resultado de los guiones o argumentos de Avelino
Urzúa, Jenaro Prieto, Santiago del Campo u otros
escritores que colaboraban en la revista. A pesar de ello, no
faltaron los problemas. En la revista Saca Pica,
firmando esta vez como «Popeye», hizo un chiste
–una versión del viejo cuento del sofá de don
Otto– que ofendió a su tío Presidente. En
efecto, el Presidente Juan Antonio Ríos, primo de su
padre, ordenó requisar la edición de Saca
Pica y dispuso la relegación de Pepo a Chiloé.
Finalmente no fue relegado, pero durante un largo tiempo hubo de
ir todos los días a firmar a los Tribunales.
En otra ocasión, siendo director de Pobre
Diablo, Pepo fue declarado reo por atentar «contra la
moral y las buenas costumbres». Era la época, de las
pin ups, las chicas que alegraban los meses de los
calendarios norteamericanos. La más famosa sería
Marilyn Monroe, que apareció totalmente desnuda, tendida
sobre un ardiente fondo de seda roja, en la contraportada de
Pobre Diablo. El buen ojo editor, que escogió una
fotografía hoy clásica, escandalizó a parte
del respetable público. En fin, son episodios ilustrativos
de esa vieja costumbre de censurar.
De historietas cómicas y chicas bonitas
La picaresca revista Pobre Diablo nació en
1945 bajo la dirección de Pepo, quien hizo un personaje
que llevaba ese nombre: un diablo, al cual nunca le resultaban
sus trampas en la tierra porque «¡Este mundo es un
infierno! ». En la revista se mezclaba la historieta
cómica con las informaciones de la farándula
chilena, especialmente de la radio y las compañías
de revistas donde actuaban las vedettes, que eran las
figuras ligeras de ropa que –junto a las pin ups
importadas– ocupaban algunas páginas y la
contraportada de la revista
En Pobre Diablo nacieron personajes memorables de
Pepo como «Don Rodrigo», la armadura pícara,
eternamente enamorada de las mucamas de palacio; y
«Viborita», hermosa viñeta con los venenosos
pelambres de una veinteañera «hijita de su
papá», dibujada con pincel.
Pobre Diablo inició una tradición y
Pepo también haría las portadas –iluminadas
con acuarela– de las revistas picarescas «de
historietas cómicas y chicas bonitas» que vinieron
más tarde. Entre ellas El Pingüino, Can
Can, Ganso y la brasileña Bon
Humor.
Para mayores y menores
Si en los años ’40 las revistas picarescas
tenían una connotación pecaminosa y no eran
recomendables para niños y señoras. En otro
contexto sus historietas cómicas eran para mayores y
menores. Así, en los años ’50,
«Viborita» fue publicada por El Mercurio y
llevada incluso a la radio (con la voz de la estupenda Shenda
Román); y «Don Rodrigo», en los años
’80, tuvo su propia revista infantil.
Figura 3: Una tira de «Condorito».
Junto con dibujar para Topaze o Pobre
Diablo, Pepo también creaba para los niños.
Fue portadista de Topacín en los años
’30 y del Peneca en los ’50. Emprendedor,
fundó revistas de humor deportivo como Pichanga y
El Saquero, donde hizo personajes como
«Chifulín», un simpático árbitro
de poca personalidad. En la misma línea pelotillehuense
(pelotillehue = lugar donde abundan las pelotas) colaboró
en Barrabases, Estadio y Gol y Gol.
Para los adolescentes, no podemos olvidar las revistas
Toqui y por supuesto Okey, donde dibujó
a «Don Tarugo» y desarrolló su historieta
más famosa: «Condorito».
¡Adios dolores!
El dibujo de Pepo también está vinculado a la
ilustración publicitaria más recordable. Entre
ellas, seguramente han quedado más en la memoria los
enormes carteles de la Polla chilena de beneficencia, que se
exhibían en las agencias, y los avisos de Aliviol,
publicados en la revista Margarita y otras, donde una
linda campesina representaba el dolor de cabeza y en cada aviso
un pretendiente –desde un bote o un tren– se
despedía de ella gritándole «¡Adios
dolores!»
Ahora, el dolor que ha significado la partida de Pepo es
irreparable. Sin embargo, al revisar su trayectoria nos
encontramos con un legado que nos permite reconstruir memoria y
revalorizar al humor gráfico y sus cultores como fuente
que, además de hacer y reproducir cultura, conserva en su
historia –con la modestia que transmitió Pepo–
las huellas de nuestra identidad.