Historieta pornográfica brasileña

Una visión del erotismo en la cultura latinoamericana en las obras del artista Carlos Zéfiro

 

Waldomiro C. S. Vergueiro
Profesor Associado da Escola de Comunicações e Artes da Universidade, São Paulo, Brasil

Resumen

Productos pornograficos han representado una significante parcela de la industria de historietas brasileñas. A pesar de no tener mucha calidad, tanto en términos de guión como de arte gráfica, este tipo de historieta ha sido muy popular entre los lectores, quizás por trabajar en la tan conocida “sensualidad natural” de los pueblos latinoamericanos. De una manera especial, principalmente durante el período de la dictadura militar brasileña (1964-1985), las historietas pornograficas representan un grito de protesta contra los poderes políticos dominantes. Carlos Zéfiro, el más importante autor de historietas pornográficas del período, tuvo que producir sus historietas anónimamente debido al miedo de la perscución por los militares. Él tuvo su verdadera identidad revelada al público brasileño solamente pocos años atras. Este autor ha definido las principales características de este tipo de historieta en Brasil, permaneciendo como el modelo para aquellos que lo han seguido. Por este motivo, este artículo intenta analizar su trabajo artístico en mayores detalles. La situación actual de las historietas pornográficas en Brasil también es discutida.

Abstract

Pornographic products have been a significant part of Brazilian comics industry. Although lacking quality both regarding plots and graphic art, this kind of comics have been very popular among readers, perhaps due to the so called “natural sensuality” of Latin American people. In a way, principally during the military dictatorship period (1964-1985), pornographic comics have been like a cry of protest against the dominating political powers. Carlos Zéfiro, the most important author of pornographic comics in this period, had to produce his comics anonymously due to the fear of persecution by the military and had his true identity revealed to the Brazilian public only a few years ago. This author has defined the main characteristics of this kind of comics in Brazil, remaining as the model for all the others which followed. For this reason, his work will be analysed in more detail. The present situation of Brazilian pornographic comics is also described.

Noviembre de 1991. En la Primera Bienal Internacional de Historietas de Río de Janeiro uno de los misterios más protegidos de la historieta brasileña fue revelado. Después de casi cuarenta años de trabajo anónimo, el rostro del artista conocido como Carlos Zéfiro, autor de cientos de historietas publicadas como comic books en las décadas del cincuenta hasta los setenta en territorio brasileño, fue finalmente mostrado al público. Ese día un número de lectores vieron sus sueños hacerse realidad, así como uno de sus más queridos deseos satisfecho. Carlos Zéfiro abandonó el universo de la leyenda y ocupó su lugar en la historia de la historieta en Brasil.
En realidad, como fue mostrado en ese soleado día de noviembre, Carlos Zéfiro no era un mago ni tampoco el ser extraño que muchos lectores imaginaron. En aquel momento era un hombre de clase media, jubilado del servicio civil, un hombre tímido y algo viejo, recuperándose aún de una trombosis que le había paralizado la parte izquierda de su cuerpo. No acostumbrado a los flashes de las cámaras y fotógrafos, tenía cierta dificultad para expresarse en aquel tumulto de periodistas, fanáticos y lectores de historietas que estaban allí para encontrarse con él personalmente y reconocerle los honores por su producción.

 

El hombre y el mito

El verdadero nombre de Carlos Zéfiro era Alcides Caminha. Tomando en consideración este hecho, resulta interesante mencionar la curiosa coincidencia de su nombre con la de Pero Vaz de Caminha, el autor del primer texto literario escrito en territorio brasileño. En 1500, cuando los portugueses llegaron a Brasil, Vaz de Caminha fue designado por su almirante, Pedro Álvares Cabral, para escribir una carta al rey de Portugal, en que reportaba el descubrimiento de la nueva tierra. De cualquier manera, es posible considerar que el nombre no es la única coincidencia entre ambos escritores. En esta carta el autor portugués, admirador de los nativos, enfatizó que estos no se cubrían con ropa alguna y acostumbraban andar mostrando sus intimidades a todo el mundo. De igual forma su moderno tocayo admiraría no sólo los cuerpos desnudos, sino que también los dibujaría profusamente, desde los más pequeños detalles y en diferentes posturas sexuales. De hecho, este tipo de relación fue la marca de fábrica de Caminha, dado que fue un autor de historietas pornográficas. Más aún: él fue «el» autor de la historieta pornográfica, el más importante de todos los autores pornográficos en Brasil, el rey.
Como ya señalamos, Alcides Caminha, de hecho, era un empleado jubilado que recibía su magro salario del gobierno. Con setenta años, había trabajado por más de cuarenta en la División de Inmigración del Departamento de Justicia en Río de Janeiro. Temía los efectos de la Ley 1711, el estatuto de los funcionarios públicos en Brasil, una vez que su identidad fuera dada a conocer al público. Esa ley establecía entonces –y supuestamente aún lo hace– que «cualquier funcionario público que sea objeto de escándalo perderá su salario». Él tenía razones para esos temores, considerando que su trabajo podía indudablemente ser considerado como una razón para escándalos por gran parte del pueblo brasileño, liderados por padres y maestros cuya preocupación sería acerca de la información que sus hijos y alumnos obtenían de los libros de historietas de Caminha. También estaba preocupado por la opinión que de él tendrían sus nietos. Por eso decidió desde tanto tiempo asumir su controvertida identidad. Afortunadamente, un librero, un periodista y un escolástico del cómic calmaron sus aprehensiones, y finalmente accedió a revelar su verdadera identidad (Kfouri,1991:94).

Figura 1: Portadas de «catecismos» elaborados por Carlos Zéfiro.
Carlos Zéfiro realizó sus historietas durante un período de fuerte conservadurismo tanto en lo moral como en términos políticos. Inicialmente la década del cincuenta fueron años dedicados a preservar los valores morales. Las mujeres no debían tener relaciones íntimas con sus parejas antes de contraer matrimonio. El largo de las faldas se mantenía más cercano al tobillo que a la rodilla. Ninguna parte de los pechos femeninos debían normalmente ser expuestos en publico. Cuando más tarde llegó la increíble revolución behaviorista, los brasileños tenían que lidiar con los efectos de un golpe de estado perpetrado por las fuerzas armadas, que condujo al país hacía el más conservador y reaccionario período de su reciente historia. La libertad behaviorista, principalmente su desprejuicio sexual, fue visto en aquel momento en igual forma que la libertad política. No había para Zéfiro un camino para distribuir abiertamente su trabajo en Brasil. Entonces no tenía opción, debía permanecer anónimo.
El nombre artístico fue tomado de un autor mexicano. Algunas veces firmando historias solamente como Zéfiro, produjo más de quinientos comic books entre 1956 y 1970 (D’Assunção, 1987:21). Cada uno de estos libros tiene entre 24 y 32 páginas, y usualmente ofrecen una historia en que el héroe termina teniendo sexo con una o más mujeres y vive feliz para siempre. Eran de una medida o formato pequeño, y podían ser ocultas entre las páginas de otro libro o de una libreta. Sus títulos eran normalmente muy cortos, sólo una o dos palabras, generalmente un nombre de mujer –algo así como «Alba», «Suzette», «Célia», «Janina», «Vera» y otras–, o maliciosas, ambiguas o dudosas expresiones, como «O viúvo alegre» (El viudo alegre), «Boas entradas» (Buenas entradas), «Conselhos quadrados» (Viejos consejos), «Quem é o pai?» (¿Quién es el padre?), etc. (Figura 1). Al principio, las portadas tenían sólo el título de la historia y la imagen de una bellísima mujer. Después Zéfiro acostumbraba usar la portada como la primera página de la historia, y el título resultaba de la última palabra del primer párrafo.
Impresas en blanco y negro, también rudimentarias en su edición, las historietas en comic books de Zéfiro fueron llamadas catecismos por sus lectores, supuestamente como una vía para distraer las sospechas de los padres acerca de las preferencias en la lectura. Coleccionistas de estos libros poseen algunas veces doce catecismos encuadernados juntos y que era llamado «El Viejo Testamento», y un segundo volumen sería «El Nuevo Testamento». Aquel coleccionista que tuviese los dos testamentos era el feliz propietario de una «Biblia».
Carlos Zéfiro no era un artista demasiado talentoso. Acostumbraba copiar sin prejuicios de magazines, pinturas famosas o esculturas. Copiaba incluso su propio trabajo, algunas veces cambiando sólo el color del pelo o quitando las ropas del personaje, para utilizarlos de nuevo sucesivamente. Su conocimiento de la perspectiva era también muy pobre. De una página a otra, personas normales podían convertirse en pigmeos cuando, dibujados junto a una enorme cama, el miembro viril podía adquirir proporciones gigantescas (Figura 2). Sea lo que sea, sus problemas en el dibujo serían de mínima importancia, al menos para sus lectores. De hecho, su maestría consistía en contar una buena historia.
«A pesar de todas sus deficiencias, Zéfiro era capaz de transmitir un clímax que lograba cautivar al lector medio, que leía todo sin percatarse de ello. Algo instintivo hizo de él un gran artista de la historieta.
Sin formación técnica alguna, tuvo éxito tomando de la nada los elementos para suministrar al público la perfecta ilusión con la que envolvía al lector, de tal manera que sólo se daba cuenta que aquello era una historieta cuando volteaba la última página» (D’Assunção, 1987: 47).
La producción de catecismos de Carlos Zéfiro, así como la de sus contemporáneos, terminó a principios de la década del setenta, cuando la política de distensión del régimen permitió la importación de magazines para adultos. Aunque el trabajo de Zéfiro fue profusamente reimpreso durante esa década y la siguiente, lo cierto es que la tendencia se detuvo, atrapada en la avalancha de magazines eróticos procedentes del exterior. De cualquier modo la curiosidad acerca de la identidad del autor se mantuvo insatisfecha hasta los comienzos de la década del noventa.
Desdichadamente Alcides Caminha, el hombre tras el mito de Carlos Zéfiro, disfrutó su fama por un corto período. Murió inesperadamente en julio de 1992 de una hemorragia cerebral.

 

Pornografía al estilo brasileño

Literalmente existieron cientos de comic books pornográficos producidos en Brasil durante las décadas del cincuenta y sesenta. Es cierto también que Zéfiro fue el más prolífico autor de este tipo de literatura dibujada, pero hubo muchos otros autores haciendo catecismos. En esos tiempos represivos, cuando ningún maestro podría siquiera soñar en tratar acerca de las íntimas relaciones entre hombres y mujeres en sus clases, los catecismos fueron responsables de la educación sexual de toda una generación de jóvenes brasileños, con el necesario conocimiento para enfrentar su vida adulta. Conllevaron una visión de los problemas sexuales que parecían ser los más adecuados para la forma de vida brasileña, pues no iban en contra de las tradiciones sociales.

Figura 2: Desproporción de dimensiones entre personas y objetos: camas gigantescas, personas diminutas («Lia», pp. 8-9).
De cierta manera los libros de Carlos Zéfiro no eran muy chocantes o escandalosos si se comparaban con otros comics pornográficos, principalmente aquellos de otros países. Desde luego, en sus historietas hay cientos de relaciones sexuales, narradas con todos los detalles gráficos comunes a este tipo de literatura en todo el mundo pero, de algún modo, mostradas de una forma natural. Sus historias incluso tienen un reconocido patrón. Normalmente un hombre solitario, soltero –o un casado cuya esposa está temporalmente lejos de su vida–, encuentra una mujer, flirtea con ella de las primeras ocho a diez páginas, la lleva a un lugar apropiado y tienen sexo de muchas maneras. Sus protagonistas no son superhombres o tienen particulares ventajas en términos de atributos físicos. Se trata de hombres bastante comúnes en medio de unas circunstancias extraordinarias.
Con el objetivo de hacer las historias más interesantes a los lectores, el héroe enfrentará normalmente algunos obstáculos antes de tener a la muchacha en su cama, pero él los enfrentará con imaginación y con una buena conversación. Su acercamiento debe ser el más apropiado al tipo de mujer que él está tratando de cautivar. Primero un beso ardiente, después las manos en partes internas del cuerpo de ella, más impetuosas caricias, y pronto tendrá a la mujer correspondiendo a sus deseos y ansiosa de llegar hasta el final con él. Esta era el tipo de situación cualquiera en que los lectores de Zéfiro podrían presumiblemente verse envueltos. Así la identificación resultaba casi inmediata.
El hecho de que el hombre era normalmente el narrador de la historia sólo contribuía a la identificación de los lectores con el protagonista. No obstante, este no era el único factor en esa dirección. Zéfiro tenía un especial talento para tratar las cuestiones sexuales de una forma que no recibieran resistencia alguna por parte de sus lectores.
En sus comic books, aunque aparentemente no existían límites para las relaciones liberales entre hombres y mujeres, los más apreciados valores de los lectores –en lo que podemos entender a la sociedad brasileña al final– no eran atacados o hechos objetos de burla, por el contrario, eran cuidadosamente preservados.
En un sentido es posible decir que en el fondo de su alma Carlos Zéfiro era un tradicionalista en lo concerniente a la preservación de la familia y a mantener una gentil, casi caballerosa conducta en relación con el sexo débil. Resultaría muy raro ver a sus héroes utilizando algún tipo de violencia u obteniendo sus objetivos por este medio. Incluso, cuando ellos tenían de alguna manera que forzar a la mujer en la relación sexual, se veía una explicación razonable para ello, y al final la parte femenina siempre tomaría ventajas de la experiencia y disfrutaría ella misma inmensamente (Figura 3).
En las historietas de Zéfiro una gran diversidad de intercambios sexuales son descritos gráficamente. Hombres y mujeres de diferentes estratos están envueltos en ellos. En algunas de las historias el hombre es rico y la mujer pobre, o viceversa. A veces hombre y mujer no son desconocidos entre sí, pero se presenta como viejas circunstancias viviendo una nueva situación extraordinaria. Las más comunes eran aquellas que mostraban un esposo hallándose solo con la esposa de su mejor amigo (o la hermana de su esposa), o una mujer casada que se encuentra con el socio de su esposo cuando este está lejos. Otras relaciones pueden también ocurrir. En una de las historias un jefe convence a su secretaria para tener sexo con él, pues su esposa está tomándose unas vacaciones. En otras, una madrastra es seducida por su hijastro (o ella lo seduce, dependiendo en la forma que uno estime el hecho...), un tío que tiene relaciones sexuales con su sobrina, un sobrino que consigue llevar a su atractiva tía a su cama, un adolescente que hace el sexo con la hijastra de su padre, entre otras.

Figura 3: Durante el acto sexual la mujer expresa verbalmente toda su satisfacción («Lia», pp. 29-30)
De cualquier forma, también Zéfiro era un defensor de las relaciones liberales entre hombres y mujeres, como puede ser vistos en los ejemplos mencionados. Nunca representó ninguna historia en que familiares primarios, o mejor dicho, madres e hijos, o hermanos y hermanas, estén sexualmente envueltos. Esto hubiese significado romper la identificación entre el lector y el héroe.
A ningún hombre brasileño se le ocurriría jamás pensar en tener sexo con su mamá. Por ello, en aras de mantener la identificación popular con el héroe, la madre del protagonista, así como los progenitores del propio lector, deben ser siempre respetados. Igualmente ningún lector admitiría jamás la posibilidad de tener sexo con su hermana. El incesto era un tabú para Zéfiro, como teóricamente también lo era para su público.
En las muy pocas historias en que un padre tiene sexo con su hija, esto es narrado por la muchacha, quien está contando al protagonista acerca de algo que le ocurrió en su distante pasado. El héroe de la historia, como un último resorte, el propio lector, no está directamente envuelto en ello o no tiene razón alguna para compartir la vergüenza de este acto.
En relación con otros temas, Zéfiro parece ser muy abierto de mente. Ese es el caso, por ejemplo, de la homosexualidad, que él retrató extensamente en sus comic books. De cualquier manera él tenía diferentes puntos de vista referente al tema, dependiendo de quien lo practicara. Cuando dos hombres estaban relacionados, sus simpatías están decididamente con el que tiene el rol activo, generalmente el héroe del relato. En ese sentido, concordaba con la forma de ver la homosexualidad masculina en la década del cincuenta y sesenta –y todavía predominante en algunos lugares de Brasil–, que sostienen el criterio de que el homosexual es solamente aquel que lleva el rol pasivo en la pareja. Aunque veía al homosexual con algún tipo de desdén, está claro que el autor no aprobaba este tipo de preferencia sexual. El personaje es el otro, la parte activa, comprometido en esta actividad homosexual como una diversión, como una forma de mantenerse ocupado cuando no hay una mujer a la mano para darle placer. Su masculinidad no está amenazada de ninguna manera visible.
Dos mujeres con relaciones homosexuales, por el contrario, eran vistas como comprometidas en una relación normal. En este sentido es importante señalar que el acercamiento de Zéfiro al lesbianismo es en general muy positivo. En sus historias los hombres no se enfadaban cuando se enteran que sus mujeres han sostenido alguna relación lesbiana; por el contrario, ellos pueden sentirse excitados por el hecho, incluso disfrutar en la observación de sus mujeres teniendo sexo con otra mujer. En cierto sentido como si sintieran que una mujer, al tener sexo con otra, solamente es un paliativo, porque el real acto se completará solamente con su participación.
En todas las historias donde el lesbianismo está de alguna manera envuelto, al final siempre regresa al patrón normal de relaciones sexuales entre hombre y mujer. Aunque abierto mentalmente con las actividades homosexuales entre mujeres, Carlos Zéfiro era en esencia un hombre muy tradicionalista.
Un último aspecto de su trabajo que es justo mencionar se refiere al rol activo que les asignó a las mujeres durante el coito. De hecho, antes del acto sexual los hombres toman todas las iniciativas. Normalmente es el héroe quien convence a la vacilante mujer a seguir adelante, utilizando todos sus trucos y buenos argumentos. Pero después que el objetivo es alcanzado, resulta mucho menos locuaz, en tanto que la mujer asume un rol activo en la relación, expresándole a él su placer, solicitando diferentes posiciones para el sexo, dando al hombre la completa seguridad acerca de su habilidad para satisfacerla. Para sus lectores esto era muy importante en términos de identificación con el héroe.

 

Conclusión

Considerando que sus obras aparecieron en un período en el cual la represión sexual era mucho más intensa que en el presente, Carlos Zéfiro incluso tuvo una dimensión educacional para aquellos que estaban aprendiendo cómo comportarse sexualmente. Al mismo tiempo también refleja cómo el pueblo brasileño observa las relaciones entre hombres y mujeres. Sus raíces antropológicas son las costumbres brasileñas, y en este sentido, ello representa un fenómeno cultural que, una vez comprendido, ayuda a esclarecer el eroticismo brasileño.

Bibliografía

D’Assunção, Otacílio: «O quadrinho erótico de Carlos Zéfiro», 4.ed., Record, Río de Janeiro, 1987.
Kfouri, Juca: «O fim de 30 anos de mistério», Playboy, 17, 196, noviembre 1991 (pp. 94, 96, 159).
Marinho, Joaquim (org.): «A arte sacana de Carlos Zéfiro», Editora Marco Zero, 1983.