Editorial

 

El 2001 nos dio la satisfacción de festejar el cumplimiento del primer año de vida de nuestra revista, para dejarnos con no pocos motivos de dolor y amargura. Más allá de los dramáticos acontecimientos internacionales, en nuestro pequeño mundo tuvimos que pagar altísimos precios, con heridas que el tiempo no podrá sanar. Ya en el número anterior tuvimos que anunciar el fallecimiento del gran artista y amigo Eduardo Muñoz Bachs. Hace poco nos dejó también aquella preciosa persona e incansable creador de historietas que fue Luis Lorenzo Sosa. ¡Ojalá pudiesen retornar esos dos amigos como el propio Luis hizo reaparecer a Matías Pérez –desaparecido en el cielo de La Habana el 29 de junio de 1856– en las páginas de Pionero en 1969!
En este número resurge una vieja polémica, nunca completamente callada en América Latina: la de las influencias ideológicas ejercidas de la historieta estadounidense frente a las fecundas posibilidades que la misma historieta ofrece a la creatividad y al empeño político-social.
Se halla en el amplio artículo en que Ana Merino relee críticamente el famoso «Cómo leer al pato Donald», de Dorfman y Mattelhart a la luz del sucesivo «Vampiros multinacionales» de Cortázar.
Los demás artículos de este número son todos de carácter histórico. En primer lugar la tercera parte del extenso ensayo de Armando Bartra que concluye su análisis llegando hasta la producción de nuestros días, con especial atención a unas nuevas experiencias independientes de particular interés.
Mientras Bartra termina su excursión, el estudioso Mario Lucioni nos lleva a explorar las peripecias, hasta ahora total y generalmente desconocidas, de la historieta peruana, con no pocas agradables sorpresas.
Por fin tenemos el placer de presentar, en versión revisada y precedida de una introducción actualizada, la famosa entrevista que Guillermo Saccomanno y Carlos Trillo le hicieron hace más de veinte años a Héctor Germán Oesterheld. Originalmente publicada en la mítica “Historia de la historieta argentina”, desde hace mucho tiempo agotada, esta entrevista ofrece un material documental de notable valor para quien desee estudiar aquella figura fundamental de la historieta, no sólo argentina ni latinoamericana.
Antes de que salga el número 5, la próxima cita está fijada en ocasión del VII Encuentro Internacional de Historietas que se desarrollará en La Habana del 11 al 15 de febrero de 2002. Allí tendremos la ocasión, todos juntos, de hacer un primer balance de nuestra aventura editorial, recoger críticas y sugerencias, y trazar las líneas programáticas de las ulteriores etapas de la iniciativa. Además, en el conocimiento de las múltiples dificultades que hoy se oponen al desarrollo artístico y comercial de la producción independiente latinoamericana, se podrá evaluar conjuntamente si hay posibilidades de encontrar los necesarios recursos económicos y organizativos para dar vida a una publicación gemela, cuya misión sea principalmente promocional.