Unhil, Unión de Historietistas e Ilustradores de Tucumán

La historia argentina en pedazos de historietas

 

César Carrizo
Coordinador de Unhil, Tucumán, Argentina

 

Resumen

Conocer el marco histórico y las proyecciones con que nace la Unhil de Tucumán y su faceta de diferenciación de las múltiples y repetidas características de la historieta en tierra tucumana, así como el entorno social y político que la antecedió y hoy la sustenta, es el objeto de este breve trabajo.

Abstract

To bring to light how the Unhil of Tucumán was born and its differentiation from others, as well as the social and political environment that preceded it and that supports it today, is the main purpose of this brief work.

 

Tucumán, introducción histórica

Hablar de la historieta en Tucumán obliga a remitirnos a una breve reseña geográfica e histórica de la mencionada provincia, para ubicar en el tiempo y espacio a los lectores latinoamericanos.

Figura 1: Viñeta de la historieta «Por algo será» de Arturo Soria para «El día de los lápices».
Tucumán representó la extensión sur en el continente del vasto imperio inca; lugar de evangelización de diaguitas y quilmes por parte de los jesuitas en el noroeste argentino, quienes dejaron marcado a fuego los principios de una nueva cultura, la de crecer sobre la base de nuestra identidad, a nuestras raíces. Durante el virreynato del Río de la Plata ocupó una zona más extensa a la actual, para luego convertirse en la más pequeña de las provincias argentinas y la de mayor densidad demográfica.
El 24 de septiembre de 1812, contradiciendo la orden de retroceder, las tropas argentinas revolucionarias al mando del general Manuel Belgrano triunfan sobre el ejército realista español, en la que se denominó la «Batalla de Tucumán». Dirá más tarde el historiador y luego presidente Bartolomé Mitre, su más cabal evocador: «Y si se piensa que todas las revoluciones de la América del Sur fueron sofocadas todas a un mismo tiempo (1814-1815), menos la de las Provincias Unidas; y se medita que sofocada o circunscripta la revolución argentina, o simplemente paralizada en su acción externa, las expediciones sobre Montevideo, Chile, Lima, Alto Perú y Quito no habrían tenido lugar, fuerza será convenir también que en los campos de Tucumán se salvó no sólo la revolución argentina, sino que se aceleró la independencia de la América del Sur» (Rivera, 1959).
El 9 de julio de 1816 alberga al Congreso de Diputados que declaran la independencia de nuestro país. Tierra de ingenios que trituraban la caña de azúcar, endulzando los sueños de prosperidad de sus trabajadores.

Figura 2: Viñeta de la historieta «La oruga del pizarrón» de César Carrizo para «El día de los lápices».
El tucumano Juan Baustista Alberdi escribe las bases de nuestra constitución. Avellaneda y Roca, presidentes argentinos nacidos en estas tierras. Más acá en el tiempo, en 1948 se inicia la «época de oro» de las artes tucumanas, con Eneas Spilimbergo en pintura y Lajos Szalay, en dibujo, con jóvenes como Carlos Alonso, Luis Lobo de la Vega y Timoteo Navarro, a quienes habrá que sumarles el prolífico Aurelio Salas.
A mediados de septiembre de 1968 es apresada la primer célula armada de guerrilleros, pero la palabra «guerrilla» parece algo exótica hasta el momento. El golpe militar del 24 de marzo de 1976 en Argentina tiene como primer asesinado al maestro tucumano Isauro Arancibia, el primero de 30 000 desaparecidos, el primero de la más negra de las noches de nuestro país.
Los «subversivos» quisieron hacer una nueva Sierra Maestra, ya que Tucumán es muy similar geográficamente a la zona oriental de Cuba. Los «milicos» formados en la Escuela de las Américas hicieron un nuevo Vietnam, con su napalm sobre gente inocente en los cerros tucumanos, representados en el genocida Antonio Bussi, quién a mediados de la década del noventa, sería gobernador provincial, por esas cosas de las oportunidades democráticas y el olvido de muchos.
La realidad actual argentina es caótica, y Tucumán no escapa a ella, pero se sigue luchando.
Es este el marco histórico en el que nace la Unhil, Unión de Historietistas e Ilustradores de Tucumán, como una expresión auténtica de narrar historias de nuestra historia, un cable a tierra que trata de diferenciarse de las múltiples y repetidas facetas de la historieta, que hacen que el común de la gente la generalice, catalogándola de vacía o tan sólo siéndole indiferente y nada más.
Tucumán es la historia viva de nuestra sufrida Argentina, con héroes y villanos, con sus grandes logros y contradicciones, un enorme cántaro de historias a ilustrar, y es eso lo que pretendemos, buscando nuestra perdida identidad, la tucumana, la argentina, la latinoamericana.

 

La historieta política argentina desde la década del 80

El 4 de julio de 1976 es asesinada por los militares en Tucumán, Diana Oesterheld, de veintitrés años, embarazada de seis meses, una de las cuatros hijas desaparecidas de Héctor Germán Oesterheld, el autor de «El Eternauta», junto al dibujante Francisco Solano López. Su personaje principal, Juan Salvo, representa al luchador común que se enfrenta en su medio, a los Ellos, en lo que significa la mayor obra de la historieta política argentina, por su premonición básicamente: «Éramos Robinsones que, en lugar de quedar atrapados en una isla, estábamos aislados en nuestra propia casa. No nos rodeaba el océano, pero sí la muerte» (Kolesnicov y Martín, 1997). La investigadora Judith Filc sostiene que «la persistencia de “El Eternauta” es en sí misma, una práctica demMemoria: recordamos una producción creativa y original de una de las tantas figuras de la cultura argentina que la dictadura trató de destruir. Y el ejercicio de la memoria desde la reflexión y la comprensión de la diversidad, es la garantía de un futuro de paz para nuestra sociedad» (Kolesnicov y Martín, 1997).

Figura 3: Viñeta de la historieta «Todo un orgullo» de Raul Escalante para «El día de los lápices».
Al reiniciarse la etapa democrática argentina, en 1983, fueron desbordantes las ganas de expresarse en todo sentido, y la historieta no escapó a ello; todo había que hacerlo nuevo, resurgir y ver luces nuevas después de años de noches negras detrás de las paredes. Citando a Federico Reggiani, de la revista de El Picasesos, «La producción cultural argentina se enfrentó, al finalizar la dictadura militar, con un problema central: cómo reconstruir una nación que, según la percepción dominante en esos años, había sufrido una discontinuidad y una ruptura de los lazos sociales y las tradiciones que la constituyen» (Reggiani, 1999).
En septiembre de 1984 aparece la revista Fierro a Fierro, de las manos siempre rebeldes de Andrés Cascioli y Juan Sasturain, sumadas a los reconocidos y nuevos talentos de esa época. «Porque Fierro es de los que la hacen, libremente», reza su primer editorial (Sasturain, 1984). Una revista «oasis», en un ambiente deseoso de conocer mucho más que lo que nos ofrecía la Editorial Columba, por ejemplo. Las historias no trataban sólo de superhéroes y ciencia-ficción, estaban dibujadas las últimas agrias páginas argentinas, la dictadura y la guerra de Malvinas, un comienzo donde nos veíamos a nosotros mismos, con cada viñeta y texto que llegaban de dos maneras a dos tipos diferentes de argentinos: sólo gráficamente a los que llevaron sus vidas normales durante el proceso, considerando como detalle insalvable el terrorismo de estado aplicado, los del «por algo será», mientras que para otros representaba cada grito ahogado y angustiado por tanto tiempo de terror, un comienzo de búsqueda de nuestro ser, de nuestra nueva forma de expresarnos, un comienzo de búsqueda de los desaparecidos. Una reivindicación a los combatientes ante tanta «desmalvinización», claro, cómo no ganamos...
Desde el punto de vista de la historieta en sí, significó un camino a seguir y un renacer de las buenas producciones nacionales, iniciando el reguero de entusiasmo que llegó hasta Tucumán.

 

La historieta tucumana

En julio de 1985 surge la revista Pucará, de corte extremo nacionalista, que fue tal vez lo que le imposibilitó publicarse más en el tiempo. Con autores locales como Arturo y Jorge Soria, Manuel Valdecantos, Carlos Morales y colaboradores nacionales como Enrique Breccia, Ricardo Ferrari, Gerardo Canelo, Eduardo Risso, Juan Arancio, Caloi y Roberto Fontanarrosa, se convirtió en una expresión relevante para la época y aún más en una provincia poco acostumbrada a este tipo de publicaciones, pero la palabra «patria» desbordaba, hasta se malentendía, como lo demuestran sus larguísimos editoriales (Arroyo, 1985).

Figura 4: Viñeta de la historieta «Ojos que no ven» de Néstor Martín para «El día de los lápices
».
En abril de 1986 sale a la calle Trix Hemocomics, representando otra referencia de la historieta tucumana, donde cabe destacarse la participación de autores locales como Bernardo Vides Almonacid, Arturo Soria, Alberto Calliera, René Quirós y Tito Legaristi, actualmente el mayor conocedor y coleccionista de historietas en Tucumán, con 50 000 revistas en su recientemente inaugurado Club de Lectores (Trix Hemocomics, 1986).
En octubre de 1992 un entusiasta grupo de jóvenes tucumanos publica la revista La Iguana, de donde extraigo las siguientes palabras de Raúl Escalante, en su primer editorial, que resumen acabadamente el sentir de los historietistas: «No es tarea fácil generar una opción, pero creemos ciegamente en el producto de nuestro esfuerzo: la historieta, pensamos que este es un vasto universo para ser explorado y explotado artísticamente y como un nuevo agente de comunicación. En un sentido más ajustado, la consideramos un medio adecuado para la transmisión de cultura, entendiendo que la cultura es un patrimonio de la humanidad y no de un sector de la misma.
»Héroes y marginales, redentores e hipócritas coexisten y generan un mundo de cuadros y globitos, hermoso e infinito, porque es un gran recipiente que contiene lo humano. Todo es posible, lugar donde se concretan las utopías, lugar sin rótulos ni fronteras.
»No se puede dejar de soñar, no se puede dejar de ver las estrellas y hundir las manos en la tierra oscura, porque es la única manera de mirar y creer en el futuro. Es extraño, pero parece que las utopías, valga la redundancia, son utopías porque el hombre quiere que así sean» (Escalante, 1992).
El dibujante Bernardo Vides Almonacid crea y publica sus personajes «Goyito, el Lustrín» y «Magoya y el Loro», donde desmenuza irónicamente las distintas situaciones de nuestro diario vivir tucumano, yendo desde la sátira política hasta la olvidada educación y escasos valores morales.

 

Unhil

Comienza aquí, luego de varios años de inexistencia de la historieta tucumana, una etapa nueva y original, con el advenimiento de Unhil, la Unión de Historietistas e Ilustradores de Tucumán.

Figura 5: Viñeta de la historieta «Entrevista a una combatiente» de César Carrizo para «Los grandes de la guerra»
Quien escribe, junto a Juan Emilio Rosello, Néstor Martín y Ludmila Rogala, presentamos una muestra homenaje a los veinte años de la muerte física de Lennon, en diciembre del año 2000, denominada «Imagina que Jhon vive», en lo que significó el inicio del incipiente grupo previo a la formación de Unhil, al cual sumaron sus experiencias Guillermo y Raúl Escalante, Arturo y Jorge Soria, Bernardo Vides, Fabián Castro, Edgardo Ortega, Ramón Díaz y César Oliva, en diseño gráfico. La tarea no era fácil, la de formalizar y encausar a un grupo de artistas algo dispersos, pero por sobre todo, con algunas dudas sobre la forma de exponer nuestras historietas para que estas tengas la aceptación deseada. Ante la imposibilidad económica de publicar una revista, el criterio era el de formar el grupo bien desde adentro, confraternizar y proponernos metas importantes, una nueva manera de llegar a la gente con historias bien narradas, bien dibujadas, con contenido y forma por sobre todas las cosas.
Y esa nueva forma de llegar la planteamos desde las muestras temáticas, es decir, a un solo tema, desarrollarlo grupalmente, donde cada autor haría su propia recopilación de datos, bocetos, entrevistas, archivos de imágenes, todo esto luego de delinear una línea editorial a seguir. Costó un poco ponerse de acuerdo, ya que el tema propuesto en primera instancia era el de los «desaparecidos». Se cumplirían en marzo del 2002, veinticinco años del golpe militar, sufrido con mayor crudeza en nuestra provincia. Si bien fue difícil, también es cierto que este tema definió nuestro compromiso con lo que estábamos dispuestos a hacer desde la historieta por nuestra identidad e historia. Cabe destacar que en esta muestra también participa desde Buenos Aires y como invitado especial, Sergio Langer.

Figura 6: Viñeta de la historieta «Testimonio»de Arturo Soria para «Los grandes de la guerra».
Contrariamente a lo que muchos sostenían (los «de por algo será») ninguno de los familiares de desaparecidos durante el proceso, o presos políticos, se sintió vulnerado en su intimidad o pensó que estábamos «manoseando» la memoria de los que ya nos están. Todo lo opuesto, nos colaboraron en lo que les solicitamos y más aún todavía. Según nos manifestaron, agradecían el hecho de que podamos hablar del tema, por crudo que resulte. Para ellos es importante que la memoria no se pierda, porque si eso ocurre, se pierde también la de sus seres queridos.
Fue una experiencia enriquecedora, ya que muchos de los que hoy integramos Unhil, éramos niños en aquella negra época, y todo esto nos sirvió para conocer más nuestra historia mediante el profundo estudio que hicimos al armar cada guión. Así, muchos conocieron el libro «Nunca más», el informe de la Conadep, emitido en el juicio a los militares asesinos, luego indultados por Menem, en lo que fue su primer «gran chiste nacional» de los muchos que vinieron. Planteamos el proyecto a El Periódico de Tucumán, quienes publicaron por primera vez un suplemento especial, dedicado a la historieta política, con el nombre de «Memoria». La Unhil, oficialmente creada, presenta al público su muestra «El día de los lápices», a las nueve del día viernes 23 de marzo de 2001, mientras que el mencionado suplemento salió a la calle el día siguiente, agotando su tirada el diario.

 

«El día de los lápices»

En «El día de los lápices» cada autor manifiesta su opinión respecto a lo acontecido en esa época en nuestra provincia, independientemente de la manera en que se exprese el resto del grupo de participantes. Cada historieta consta de cuatro páginas, y las técnicas utilizadas quedaron a criterio de cada autor. El nombre de este proyecto, más que parafrasear el título de la película, es un intento de los que escribimos y/o dibujamos de recuperar y no dejar morir la memoria de lo que también pasó en Tucumán a partir de un 24 de marzo de 1976, y muchos antes tal vez.

Figura 7: Viñeta de la historieta «Oid mortales»de Néstor Martín para «Los grandes de la guerra».
En julio de 2001 y con la organización de Margarita Vera, de la Comisión ad-hoc para la reconstrucción de la memoria política, de la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Tucumán, se expone la muestra en dicha facultad, resultando la primera exposición de historietas de estas características en estas aulas universitarias, un sector que muchas veces menospreció a la historieta sin llegar a conocerla. El 30 de agosto de 2001 se expone en la ciudad de Tafí Viejo, en el marco del «Día Internacional del Desaparecido» y organizado por la Comisión de Derechos Humanos de Tafí Viejo. Desde el 11 al 15 de febrero de 2002, la muestra se expuso en el VII Encuentro Coloquio y Festival Internacional de Historietistas, realizado en La Habana, Cuba.
El lunes 25 de febrero de 2002 comienza su exposición en internet, en la página tucumana www.kultural.com.ar, siendo nuestra primera presentación en la red, y partir del 11 de julio del presente año, será expuesta en el evento de historietas, Encuentro, en el Centro Cultural San Martín de la Capital Federal.
Propuesta que llama a la reflexión, sin señalar culpables directos de uno u otro lado de la lucha. Un mensaje para aquellos que ya saben algo, porque lo vivieron. Para aquellos que supieron, pero no les importó. Para aquellos que no les importa, porque no saben. Para los que estuvieron, que sepan que no olvidamos. Para los que estamos hoy, que sepamos y nos importe. Para los que vendrán, que sepan lo que pasó y no dejen que se repita.
Este «El día de los lápices», hecho por unos pocos, nos permitirá recordar por siempre la más oscura y larga noche sufrida por unos muchos. Que la memoria no se pierda... Nunca más.

 

«Los grandes de la guerra – Malvinas, 20 años después»

Después de la excelente repercusión de «El día de los lápices», en memoria a los veinticinco años del golpe de estado militar en marzo de 2001, Unhil organizó su segundo proyecto temático: «Los grandes de la guerra – Malvinas, 20 años después», pero ya con la valiosa colaboración de la talentosa gente de la galería virtual www.kultural.com.ar, quienes acordaron editarnos un disco compacto con toda la muestra, creando para ello un novedoso sistema de visualización que respete la tradicional forma de leer historietas, además de una película presentación.

Figura 8: Viñeta de la historieta «Querido abuelo»de Raul y Guillerma Escalante para«Los grandes de la guerra».
Unhil sumó al periodista Carlos Quiroga como asesor en el proyecto, tratando de crecer como grupo profesional. Es a partir de noviembre de 2001, cuando se comienza a trabajar concretamente en este proyecto, al contactarnos con Carlos Gómez, de Tucumán, y Elías Osorio, de Termas de Río Hondo, Santiago del Estero, ambos combatientes y actuales asesores históricos de «Los grandes de la guerra». Sus relatos y puntos de vista de la problemática actual de los combatientes nos marcaron el camino a seguir e nivel editorial de cada historieta, ilustración o nota. Ha sido conmovedor para nosotros poder contar verdaderos hechos de la guerra de las Malvinas, narrados por sus propios protagonistas.
El proyecto cuenta, además, con una sólida base histórica a nivel visual, ya que se trabajó concienzudamente en la recolección de bibliografía, fotos, ilustraciones, notas periodísticas de la época y entrevistas, como fuentes de datos principales y absolutamente necesarias para un proyecto de estas características. Como historietistas e ilustradores tucumanos, nos sentimos orgullosos y agradecidos de la participación en esta oportunidad de colegas de Buenos Aires, Río Gallegos y especialmente de Salta, quienes nos han colaborado siempre en cada emprendimiento, tanto de Unhil, como la Uc!, la Unión de caricaturistas de Tucumán.
Como línea editorial, no solo nos apoyamos en los veinte años de aquel conflicto, sino, y más aún, en su vigencia en estos tiempos. Tiempos en los cuales es necesario valorizar lo nuestro, lo propio, la historia argentina, para aprender de aquellos verdaderos próceres de la independencia, de su desinterés material, altruismo y amor por la patria. Recordar lo visionario que fueron algunos argentinos que trabajaron pensando en las generaciones posteriores a ellos mismos. Aquellos que cobijaron las ideas de hermandad latinoamericana, y más allá todavía, al tender su mano a quienes inmigraron a esta Argentina.
Se trata de no olvidarnos de nuestras raíces continentalmente sureñas. Nos cuesta aprender de nuestros propios errores, y nos duele mirarnos, y nos falta autocrítica, y nos va así. La derrota bélica de las Malvinas fue eso, perdimos, nos ganaron por muchos factores. Argentina perdió la guerra en el Atlántico sur; si hasta cuesta escribirlo, suena raro, pero es así, y ni siquiera dos goles de Maradona pueden remediar eso, tan sólo calmar y regocijar nuestro espíritu revanchista.
Esa es nuestra historia, pisoteada por botas militares y regada de corrupción política, donde la culpa la tiene el otro, la que no asumimos todavía. Los combatientes de las Malvinas difícilmente tengan un retrato en cada aula de nuestras escuelas, como los próceres, pero todos tenemos la maravillosa oportunidad de tenerlos cerca, de comenzar a aprender, a querer lo nuestro, valorizar a quienes fueron capaces de entregar sus propias vidas para defendernos de la usurpación imperialista. Sólo los combatientes de Malvinas pueden colocarse al lado de los gauchos de Güemes y los granaderos de San Martín. Y es ahí donde esta la oportunidad de ganar como pueblo, de triunfar sobre la escasa memoria colectiva.
Aquellos chicos de la guerra sólo buscan respeto. Nuestras historietas, notas e ilustraciones intentan ser una manera más de solidaridad con el combatiente, con contenido y forma, con hechos que fueron o pudieron ser. «Solidaridad», esa es la palabra.
Preferimos quitarles el título de «ex» a estos combatientes que siguen en la lucha, por sí mismos, por sus familias, por sus trabajos, por su Argentina, contra sus malos recuerdos, contra la indiferencia y el olvido. Preferimos quitarles lo de «chicos»... ya son verdaderos grandes, «los grandes de la guerra».
La muestra «Los grandes de la guerra», fue inaugurada el martes 2 de abril de 2002, a las nueve, en la librería El Griego, y de manera simultánea por internet en la página kultural.com.ar, creándose en el mismo sitio web una sección especial para Unhil: www.unhil.com.ar
Dieciséis historietas de cuatro páginas cada una, trabajadas en diversas técnicas, ilustraciones varias y notas escritas por Carlos Quiroga, nuestro asesor periodístico. La presentación digital estuvo a cargo de Sergio Guardo, Peki y Benjamín Arnedo, de www.kultural.com.ar, quienes son, además, los responsables principales de la digitalización de todo el material, editándolo en un disco compacto, a modo de revista digital-catálogo de la muestra.
En mayo, Unhil fue invitada al evento «Leyendas», de la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe, donde expuso esta muestra con excelente repercusión. Mientras que a partir del sábado 8 de junio podrá verse en la ciudad de Salta y en septiembre en Córdoba.
Sólo es la continuidad de un respeto al combatiente que debe hacerse más constante, más notorio en nuestro pueblo. Respeto por quienes nos defendieron entregando su vida, o parte importante de ella, como la inocencia de la juventud.
Aplaudiendo a los combatientes que desfilan, comprendiendo a los que no, orando por los que no volvieron, demostrando un país de duelo el 2 de abril, con nuestra bandera a media asta. Con la palabra «solidaridad» hecha verbo, donde veinte años después, y más aún, comprendamos que las Malvinas es nuestra historia argentina, la de «los grandes de la guerra».
Está en nosotros

 

Proyectos futuros

Unhil continuará sus actividades con tres proyectos:
1. Lograr que el disco compacto de «Los grandes de la guerra...» pueda difundirse de manera masiva, principalmente en las escuelas, donde se educa al soberano, que se tenga conciencia de nuestra historia. Por tal motivo, se censuraron en el disco compacto, todas las malas palabras y expresiones «fuertes» en cada historieta que no sean adecuadas para la lectura de los niños, respetándose los trabajos originales en las muestras.
2. Organizar en el presente año una muestra referida a los quinientos diez años de conquista americana.
3. Organizar para el año 2003 una muestra homenaje a Ernesto Che Guevara, quien cumpliría setenta y cinco años, en un intento de polemizar sobre el tratamiento de imagen comercialmente, con historietas que nos reflejen aspectos desconocidos de su personalidad. Actualmente se ironiza por ahí con la frase «Volveré y seré remeras», que si bien a muchos puede resultarnos de mal gusto, no debemos negar lo cierto de ella en estos tiempos.
Pido disculpas por lo extenso de esta nota. Son muchas las ganas de contar nuestras experiencias, tratando de hacer y construir a fuerza de letras y trazos. Desde Unhil, saludamos a todos los que hacen posible expresarnos en estas páginas, que poco a poco se convierten en un inestimable banco de datos de nuestra historia latinoamericana en historietas. Gracias por el espacio y por su «solidaridad», esa es la palabra.

 

Notas

1. Participantes de «El día de los lápices»: Bernardo Vides Almonacid, con el editorial ilustrado, representando el sentido de la muestra; Edgardo Ortega, con la ilustración del afiche oficial de la muestra; César Oliva, con el diseño del mismo, además de la gráfica general de la muestra; Ramón Díaz, con la ilustración «Cuantos recuerdos»; Sergio Langer, con «El empleado del mes»; Fabián Castro, «Noche negra»; Néstor Martín, «Ojos que no ven»; Juan Emilio Rosello, «Marzo del ´96»; Arturo Soria y César Carrizo, «Por algo será»; Jorge Soria, «El pensar de un joven idealista»; Raúl Escalante, «Todo un orgullo»; Guillermo Escalante, «Armando, Alfredito y Antonio»; César Carrizo, con «La oruga sobre el pizarrón», adaptación del libro del mismo nombre de Eduardo Rosenzvaig.
2. Participantes de «Los grandes de la guerra - Malvinas, 20 años después»: Arturo Soria-Martha Salazar de Osorio, «Testimanio»; Néstor Martín, «¡Oid, mortales!»; Sebastián Cáceres, «Reglas de juego»; Héctor Palacios y Juan Valeros, «Memorias de un combatiente»; Juan Emilio Rosssello, «Definiciones»; Javier Fernández (Río Gallegos), «Sâlom Milhâma»; Alejandro Nicolau, «Relato de cartón»; Fabián Castro «Historietas argentinas»; Jorge Soria (Trancas), «La batalla contra el imperio»; Raúl Escalante y Guillermo (Piojo) Escalante, «Querido abuelo»; Gustavo Flores (Guflo, Salta), «Malvinas 1982»; Felipe Mendoza (Lippe, Salta); Javier Rovella (Lanús, Buenos Aires), «Ceguera de guerra»; Carlos Quiroga y Ramón Díaz, (La Rioja, Notas); César Oliva, diseño gráfico; César Carrizo (La Madrid, sur tucumano), «Entrevista a una combatiente».
3. Colaboraron especialmente: Josefina Racedo, del Instituto Cercapu; Francisco Viecho, ex-militante y preso político; Eduardo Rosenzvaig, de la Unt; Martha Zurita, directora del Registro Civil, financiando la muestra; Javier Ortega; Ernesto Klass y personal del diario El Siglo, Carlos Amaya y personal de El Periódico de Tucumán; Sección espectáculos del diario La Gaceta; Florencia Paterlini y personal de All music; Margarita Vera y Marcos Figueroa, de la Facultad de artes de la Unt; Comisión de derechos humanos de Tafí Viejo; Adolfo Ruiz, de Aquí vivimos Tucumán; Manuel Pérez Alfaro, de la Editorial Pablo de la Torriente (La Habana, Cuba); Irma Fonseca Armas, del Instituto Nacional de Periodismo José Martí (La Habana, Cuba); Dario Mogno; don Guillermo Marconi; Gustavo Flores (Guflo) de saltalarisa.com.ar; Sergio Guardo, Peki y Benjamín Arnedo de Plusware; Librería El Griego; Fundación LV 12; Carlos Gómez y Elías Osorio, combatientes; a quienes expresamos nuestro profundo agradecimiento.

 

Bibliografía

Arroyo, Arturo: «El que quiera leer que lea», Pucará, 1, julio de 1985, Editorial Manuel Ugarte, Tucumán, Argentina.
Escalante, Raúl: «Editorial», La Iguana, 1, octubre de 1992, Tucumán, Argentina
Kolesnicov, Patricia y Martín, Mónica: «Nadie pudo matar al Eternauta», Viva, diario Clarín, 1997, Buenos Aires, Argentina.
Reggiani, Federico: «Fierro: historietas y nacionalismo en la transición democrática argentina», El Picasesos, 2, 1999, La Plata, Buenos Aires, Argentina.
Rivera, Ángel: «Tucumán y la causa americana», en «Tiempos heroicos» (124-125), Editorial Kapeluz, 1959, Buenos Aires, Argentina.
Sasturain, Juan y Cascioli, Andrés: «Editorial», Fierro a Fierro, 1, septiembre de 1984, Editorial de la Urraca, Buenos Aires, Argentina.
Trix Hemocomics: «Editorial», 1, abril de 1986, Tucumán, Argentina.