«È un mondo difficile. Che vita intensa!
Felicità a momenti, futuro incerto» es el incipit en
italiano de «Me cago en el amor» del español
Antonio de la Cuesta, más conocido con su nombre de arte
Tonino Carotone, asumido en homenaje al grande cantautor
napolitano Renato Carosone, fallecido hace poco más de un
año (¿conocen, recuerdan «Tu vuo’
fa’ l’americano»?). Palabras (¿hace
falta traducirlas? ...Es un mundo difícil.
¡Qué vida intensa! Felicidad a veces, futuro
incierto) que parece hayan sido escritas para nosotros, para
nuestra desafortunada revista.
Después de todos los problemas burocráticos
y organizativos que encontramos el año pasado, con la
publicación prácticamente contemporánea de
los números 2, 3 y 4, que nos permitió de recuperar
los atrasos hasta aquel momento acumulados, parecía
abrirse un futuro menos incierto: la perspectiva, la esperanza,
era de poder finalmente garantizar la puntualidad de las salidas.
Ilusiones: el nuestro es «un mondo difficile»: antes
faltaba el papel, cuando al fin se encontró el amigo Tony
Gómez que sigue el diseño gráfico y el
proceso de impresión de la revista se quedó
paralizado en la cama y tuvo que operarse de hernia discal (no
una sola: dos). Moraleja: cuando ya tendría que salir el
número 7, estamos cerrando el 6, mientras el 5 aún
se encuentra «en impresión».
Las culpas no son sólo cubanas; a los problemas
isleños se añaden las responsabilidades de los
autores retardatarios, que todavía tienen a su favor un
fuerte argumento justificativo: ¿Por qué correr
para respetar las fechas de vencimiento, cuando después
todo parece pararse y la revista no sale?
Es un «mondo difficile» también porque
alguien quiere hacerlo tal. Hay otro problema, el más
serio, que está relacionado con el bloqueo a Cuba, donde
reside nuestra editora: después de más de un
año de la salida del número 1, aún no se ha
encontrado una solución practicable para cobrar el precio
de los ejemplares y de las suscriciones vendidas en el
extranjero.
Mil dificultades... pero «Che vita intensa!».
¡Sigamos sin desanimarnos!
A darnos fuerza son las palabras de aprecio y de
estímulo que siguen llegándonos desde
colaboradores, críticos y lectores. Y además la
satisfacción por el mantenimiento de un buen nivel
cualitativo, mérito este que le va totalmente reconocido a
nuestros colaboradores.
Ese número también es un muy buen
número.
Con los artículos de Ernesto Priego y Ricardo
Peláez se concluye la publicación de los materiales
presentados en el VII Encuentro Internacional de Historietistas.
De verdad Ernesto no pudo participar en el evento: se
acordó todavía con Ricardo, de forma que la
interesante experiencia del mexicano Taller del Perro encuentra
en las páginas siguientes sea un relato objetivo del
externo sea el testimonio de una larga aventura personal.
¿Experiencia exportable esta del Taller del Perro? No
sabemos, pero ciertamente estimulante para quien desee emprender
una producción independiente de calidad y vaya a
enfrentarse con análogos problemas de mercado... Y los
amigos mexicanos tienen en la gaveta otros proyectos de amplio
interés general: esperamos poderlos leer pronto en las
páginas de nuestra revista.
Sigue la primera parte de la obra monumental de Cristian
Díaz sobre la historia de la historieta chilena. A
Cristian lo conocemos sólo por correo electrónico.
Es un tipo simpatiquísimo y un muy serio investigador de
los cómics. Nos viene todavía la sospecha que
él sea también un poco loco: ¿quién
sano de mente se habría puesto en esta tarea inmensa de
pasar no podemos imaginar cuánto tiempo revisando y
empadronando todas las publicaciones salidas en Chile desde la
mitad del siglo XIX hasta hoy en búsqueda de las que
hospedan historieta? Una obra fundamental, que
empeñará las páginas de la revista a largo
plazo, indispensable para quien quiera emprender cualquier
investigación seria sobre el cómic
chileno.
Encontramos después a dos viejos amigos: Ricardo
Barrero y Waldomiro Vergueiro. El primero analiza con su bien
conocida agudeza la obra de la diáspora latinoamericana,
recordando a los tantos profesionales que para poder continuar
trabajando tuvieron que escoger la vía del exilio,
voluntario, aunque no por eso menos sufrido. El segundo, junto
con Lucimar Ribeiro Mutarelli, toma en consideración la
posibilidad de la novela gráfica de convertirse en una
alternativa viable para la producción de historietas por
los artistas de los países en desarrollo, analizando
también a ese propósito la experiencia
artística del gran historietista brasileño
Lourenço Mutarelli.
Concluye el número el amplio informe del argentino
César Carrizo sobre la historia de la historieta tucumana,
sus relaciones con la historia del país, el empeño
civil de la Unhil (Unión de Historietistas e Ilustradores)
de Tucumán, de que nos traza la historia, entre otro
tratando difundidamente objetivos y metodología adoptada
de las dos grandes exposiciones dedicadas respectivamente a
«El día de los lápices» y a «Los
grandes de la guerra – Malvinas, 20 años
después».
«È un mondo difficile. Che vita intensa!
Felicità a momenti, futuro incerto». ¡Hasta el
próximo número!