©Línea
¿Una experiencia válida y actual?

 

Manolo Pérez Alfaro
Guionista e investigador de la historieta, La Habana, Cuba

 

Resumen

Una breve mirada retrospectiva al esfuerzo realizado para unir puentes de interés común y sentar las bases de una cooperación y divulgación en el género.

Abstract

A brief retrospective glance at the effort done with the objetive to join brigdes of common interest and to establish the cooperation and popularization of the genre.

 
La historia de la historieta cubana no difiere en mucho de la de la mayor parte de los países de Latinoamérica que en las primeras décadas del siglo xx alcanzaron algún desarrollo en la práctica nacional. Si bien es cierto existieron algunos artistas que en época temprana practicaron la narrativa dibujada, esto no era conscientemente por la creación de un nuevo género, sino que se produjeron coincidencias de la necesidad creativa que conducían a lo que luego sería un lenguaje aceptado. En Cuba, Ricardo de la Torriente puede considerarse el iniciador, o al menos, es la figura donde con más seguridad puede señalarse este hecho, (en las búsquedas de F. Blanco Ávila) y eso ocurrió a finales del siglo XIX.

Figura 1: Portada de ©Línea no. 3 de 1973.
Luego del desarrollo de la impresión de la prensa en cantidades significativas de unidades por cada edición y la inmediatez diaria de su acceso al público lector, esto no significó precisamente un impulso a la posibilidad de que los artistas nacionales de nuestros países tuviesen un espacio abierto a la expresión artística que comenzaba a ganar aceptación masiva debido fundamentalmente a cuestiones económicas. La prensa se convirtió en el soporte principal de la historieta, y ello contribuyó a la formación de ese lector especializado a lo largo de los años. Pero, en la mayor parte –para no ser absolutos y decir que todas– de las historietas que publicaban las páginas de esos periódicos en todo el continente, provenían de las agencias estadounidenses aprovechando que ya habían sido recuperados los costos iniciales de producción y resultaba enormemente económico para los editores de la prensa diaria. Financieramente era imposible para un artista de la historieta nacional competir con los precios que podían ofrecer desde allá la recopilación de las agencias, cuyo único nuevo gasto consistía en la traducción al español de los textos de los globos en aquellas que lo necesitasen.
Como se podrá comprender, esto significaba no solamente que los pocos artistas de la historieta que lograban publicar en sus países tenían muy poca oportunidad de acceder a un reconocimiento internacional en países del mismo idioma, puesto que tampoco contaban con una organización capaz de acometer, con éxito económico, esta tarea.
Eso quiere decir que durante la primera mitad del pasado siglo, en la época que se llamó de oro de la historieta, prevalecían los personajes representados por los Sindicates norteamericanos y dentro de algunos países; España, Argentina, México o Brasil se lograba una participación y reconocimiento a los creadores o la creación típicamente nacional, con sus características propias especialmente después de la aparición de las revistas de historietas que se permitían la audacia de competir con aquellos materiales publicados por la prensa diaria y no con poco éxito.
Decíamos que Cuba se diferenciaba muy poco de toda esta circunstancia. Así, existían aislados esfuerzos individuales de los propios artistas (convertidos en editores improvisados) o algunas publicaciones que insertaban historietas como eran, el suplemento del rotativo El País, un fascículo denominado El País Gráfico, el del periódico Hoy; Hoy Infantil o posteriormente las medias páginas del rotativo Información, ya en la década del cincuenta que con excepción de la dedicada a la historia de Cuba dibujada por Plácido Fuentes eran específicamente humorísticas.

Figura 2: La primera página de «Tupac Amaru» de Fidel Morales (guión) y Newton Estapé (dibujos), en ©Línea no. 3 de septiembre de 1973.
Ocurre que es solamente a partir del triunfo revolucionario de 1959, cuando se interrumpe la llegada de las tiras y páginas norteamericanas a los rotativos cubanos debido a las decisiones políticas tomadas contra el país por el gobierno norteamericano, que se producen las circunstancias necesarias para que los autores de la historieta nacional puedan tener el espacio para dar a conocer sus obras y establecer la comunicación con un público habituado a la lectura del género.
Resuelta con el equipo que surge en la redacción de la revista Mella la ejecución y puesta en práctica de la publicación de obras de la narrativa gráfica adoptando un lenguaje que comenzaba a ser la característica personal y colectiva en su forma de expresión; no teníamos sin embargo, una organización específica que centralizara las obras, sino que estas respondían directamente a las editoriales de las publicaciones respectivas.
Hay tiempos que se parecen. Al menos esto ocurre con la situación de la historieta en estos momentos en el país si la comparamos con otros tiempos atrás. Ello conduce inevitablemente los recuerdos a ciertas formas de hacer y de actuar de algunas personas en un momento determinado.
En cuanto a las formas de hacer, en el género tenemos que remitirnos a la limitación entonces de publicaciones que se caracterizaran por ofrecer historietas a su público lector. En ese momento el semanario Pionero resultaba un oasis. Como se sabe, heredero de la formación de artistas de historieta provenientes de la revista Mella de la Juventud Socialista y su posterior suplemento, y que resultaba una de las publicaciones más populares del momento.

Figura 3: La primera página de «Amílcar Cabral» de Fidel Morales (guión) y Vicente Sánchez (dibujos) en ©Línea no. 5 de 1974.
La existencia de esta génesis dio lugar a un movimiento de crecimiento e incorporación de artistas que apuntaban a un desarrollo de la narrativa ilustrada y buscaban una forma de expresión que distinguiera la forma de hacer propia, no sólo en el contenido de las historias, sino en la semiótica de la imagen.
Uno de estos innovadores y propulsores del género fue Fidel Morales Vega (fallecido en 1979). En aquel entonces se desempeñaba como director de la Sección de Historietas de la Agencia Prensa Latina que comenzaba su impulso a distintos lugares del mundo tratando de romper el aislamiento noticioso a que se sometía a la isla, estableciendo corresponsalías y abriendo relaciones con órganos de prensa de distintas partes del mundo, y no solamente del ámbito latinoamericano. Había declinado por circunstancias materiales la incipiente organización de las Ediciones en Colores donde, sin embargo, por primera vez los autores cubanos publicaban sus obras por géneros (Aventuras, Fantásticos, infantiles) y que demostraba la potencialidad del momento desarrollando no sólo dibujantes, sino también guionistas entre los que se destacaba el propio Fidel Morales. El surgimiento de la Sección de Historietas en Prensa Latina tenía una característica singular para la época, pues se trataba de una sección especializada dentro de la propia agencia de noticias con el objetivo de proyectar obras inéditas para su distribución nacional e internacional, y en la que se habían ubicado al propio Fidel Morales, los dibujantes Vicente Sánchez, Newton Estapé, Mario Ponce, Virgilio Yordi y luego el joven Carmelo González.
Fue por aquí que surgió la iniciativa de Fidel Morales de crear una publicación de análisis y estudio de la historieta latinoamericana que a su vez tuviese los valores necesarios para dar a conocer la producción nacional del género, proveniente o no de la propia sección, y aquellas que se proponían crear allí mismo. Era, además, un medio idóneo para dar a conocer los nuevos valores de la narrativa y del dibujo, del humor y la aventura.

Figura 4: Portada de ©Línea no. 6 de 1974.
La primera tarea consistió en hallar los colaboradores que pudiesen aportar los trabajos periodísticos para la publicación e insertar aquellos trabajos que publicados en otros idiomas (inglés o francés) fueran traducidos para el lector especializado latinoamericano. Digo especializado porque los materiales que en ella vieron la luz estaban dirigidos a un público que desde el principio tuviese un interés en las profesionalidades de la historieta, aunque ellos mismos no fuesen profesionales del género. Este concepto influyó además en el formato de la publicación con una edición e impresión de carácter muy modesto, lo que hoy se puede llamar un fanzine y que por su pequeño tamaño resultaba muy práctica de trasladar en cualquier condición.
Características de edición muy modestas, dijimos. Portada en dos colores y tripa en blanco y negro para textos e imágenes; sin embargo una selección muy inteligente de la información. Actualizar a nuestros artistas sobre las últimas corrientes de la historieta y sus más importantes exponentes a nivel mundial. El conocimiento de autores que comenzaban su ascenso en el mundo de la historieta, crónicas, críticas, análisis de obras, elementos históricos del género, y lo que se llamó «La puesta en papel» que reproducía la obra de uno o más autores con sus motivaciones artísticas al concebirla.
Otro de sus objetivos «vencer con arduo trabajo aquellos juicios peyorativos acerca de nuestra historieta [...] ©Línea abrió camino al lenguaje revolucionario de la historieta cubana» (Evora Tamayo: Cómicos, no. 7, año 1, p. 33).
En su primer número, F. Morales reconocía en su editorial «Razón de ser», que «una realidad: la historieta, el cómic, existe como medio de penetración ideológica del imperialismo, y vale porque llega, porque comunica algo con eficacia. Aunque sea algo alienador, mediocre o reaccionario. Esos “gustos” están arraigados en el pueblo. Hay que declarar que existe una cultura de secuencia gráfica». Y más adelante expresaba: «Pero, por suerte existe una alternativa. En Cuba, luego de liquidar los últimos vestigios de toda aquella prensa foránea y monopolista, tuvieron posibilidad de iniciar una tradición historietística un grupo no pequeño de jóvenes que fueron formándose en los años duros. Hoy ya esos valores del pincel y la tinta china “cuelan” sus seriales en muchos países de América Latina y en algunos de Europa».

Figura 5: Promoción de «Hombres de Con-Co» de Newton Estapé en ©Línea no. 3 de septiembre
de 1973.
Inicialmente su circulación se comenzó por el sistema de intercambio con otras publicaciones como Sñif, Bang, Bandes Dessinées, etc. Esto enriqueció las fuentes de información de la redacción, relacionó con otros especialista del mundo de la historieta y además, sirvió de expositor de la promoción de obras destinadas a la distribución por Sección ©Línea, como fueron «Toro Sentado» y «Viva Zapata» de Roberto Alfonso Cruz (Robe), las colecciones humorísticas «Humor Padrón», del entonces muy joven Juan Padrón y que se firmaba Padroncitto, «Gugulandia» de Hernán Henríquez y el fascinante «Tupac Amaru» basado en una adaptación de la obra teatral de Jorge Dragun con guión de Fidel Morales y una interesante puesta en papel, por el uso de las imágenes y su relación narrativa ejecutada por el dibujante Newton Estapé, que luego de su inicio por la redacción de Mella y su personaje de «Aqualón» en Aventuras quería superar su propia obra incursionando en un lenguaje muy moderno por aquel entonces.
La promoción de ©Línea llevó la historieta cubana a distintos países del entonces campo socialista; Checoslovaquia, Hungría, por ejemplo, y de dónde rebotó con gran fuerza el conocimiento de la historieta húngara que formaría parte del mítico Anticomics publicación alternativa que fatalmente circularía en pocos números y destinado al público mexicano.
Las páginas de ©Línea se convirtieron en aquel entonces en un gran impulsor de las potencialidades de la historieta cubana, pero además incursionó en la creación latinoamericana difundiendo trabajos de veteranos y noveles de la historieta de Chile, Bolivia, Perú, México por mencionar solamente algunos de los aparecidos en sus ediciones.
Dentro del ámbito nacional y con la fuerza de su constancia promovida por el incansable Fidel Morales se gestó la formación de un grupo de creación para el aporte a sus páginas, a exposiciones especializadas, a la creación de la historieta en general y al estudio, el análisis y la crítica que se denomino Grupo P-Ele. Dentro de él estaban los más significativos artistas del género en aquel momento. En primer lugar, desde luego, Fidel Morales y sus muchachos de la agencia, incluso con una obra colectiva que primero se llamó «Macheteros» y más tarde «Milo, la pinera», donde cada uno de sus integrantes, Vicente, Newton, Mario, hicieron una parte del trabajo (lápiz, pincel, entintado, letras), siguiendo un guión de Fidel Morales. Allí estaban representados también los muchachos de la Organización de Pioneros, que divulgaban las campañas en el lenguaje de la historieta, creadores después del Pásalo; Ernesto Padrón, Alexis Canovas, Orestes Suárez, bajo la dirección de Jorge Oliver (Oli) y con su propio aporte en el dibujo y el guión. Los muchachos de Pionero, Roberto Alfonso, Virgilio Martínez, Luis Lorenzo, Pedro González Viera (Péglez), Felipe y Domingo García, Emilio, Jordi, Juan Padrón y su «Elpidio Valdés». De dibujos animados de la televisión, Luis Castillo y sus personajes de las películas «Paco Perico o Carburo», Gaspar y su «Chuncha», Reinaldo Alfonso, los humoristas, Manuel, Hernán H, Luis Wilson, creador de las famosas «Criollitas», Francisco Blanco (Blanco) de los «¡Ay, Vecino!», Alben y Évora con su parodia de «Herlock Holmos», vulgación de la historieta cubana en un terreno como Sudamérica, donde se mantenía con mucho rigor y calidad el cetro de la historieta argentina y sus admirados creadores, Breccia entre ellos (fue donde primero conocimos el «Mort Cinder» y todo el proceso renovador de la expresión de este fascinante creador), y resultó un puente entre artistas y fanáticos del género en muchos de estos países.

Figura 6: Presentación de Alfredo Calvo en ©Línea no. 6 de 1974.
La vocación de la publicación, sin embargo, era fundamentalmente americanista... o mejor iberoamericanista, porque eran muy estrechas las relaciones con estos polos. No se trataba por la redacción de proyectar solamente la imagen cubana, sino establecer un nexo de conocimiento del quehacer de los artistas nacionales que, en su gran mayoría y aun hoy, se mantienen minimizados por la gran influencia y comercio del cómic estadounidense. Tómese en cuenta que en aquel entonces, era muy decisiva la presencia de las tiras (strips) en las publicaciones diarias locales y los autores nacionales tenían que hallar formas alternativas de dar a conocer sus obras y se consideraba un gran triunfo de la clase, cuando alguno de ellos era cotidianamente publicado en algún órgano de prensa como ocurrió con «El Cuy» de Juan Acevedo en Perú. O el exitazo de Horacio Altuna con su «Loco Chávez» en Argentina.
©Línea fue una experiencia en un momento en que todo se oponía a la divulgación de Cuba en América y a la de los propios americanos en sus propios países. Hoy se dan circunstancias parecidas en el control de la divulgación de materiales artísticos que, como la historieta, tienen siempre un sustrato social si su autor es un inconformista.
¿Es acaso posible repetir la experiencia de la idea de Fidel Morales?
Las dramáticas circunstancias que vive el mundo en los días actuales, más que llevarnos al desencanto, debe conducirnos a la acción creadora. El poder de la mente, de la creación, se estremecen recogiendo testimonios de la vida misma. De cómo el hombre se autoagrede con su trato a la ecología, con sus ambiciones, como se autodestruye y propicia la destrucción de los demás, las confrontaciones ideológicas que terminan a veces en un terrible ejercicio de muerte y destrucción en los campos de batalla, de cómo se teje un entarimado social en el que los menos favorecidos deben sobrevivir a duras penas, las propias incomprensiones en lo social, las ambiciones son una fuente inagotable de historias y personajes para presentar en los docudramas, en los testimonios de la vida cotidiana, como una denuncia más del derecho de la humanidad a la paz, al bienestar, a la confraternidad.

Figura 7: Portada de Anticomics no. 4 de 1974.
Todo ello sería inútil si quedará en el estrecho ámbito de una región o de un país solamente. Es necesario el intercambio, para que el mensaje se conozca y para que la labor del artista sea un ejercicio de satisfacción.
Para lograrlo hay que conocerse, unirse, relacionarse. Hoy, los medios de comunicación nos ofrecen la alternativa de acercarnos con inmediatez y facilidad en el más breve tiempo jamás imaginado en aquel brevísimo tiempo de la revista ©Línea. El problema consiste en cómo lograrlo.
©Línea no sería la misma hoy. Tendría que ser mejor, más audaz, más extensiva, dirigida hacia horizontes que se vislumbran más amplios con creadores más maduros, con temas más atrevidos, cerrando las filas, compactando los círculos de creadores, investigadores, teóricos y coleccionistas. En síntesis los que son una multitud.
Si hay tiempos parecidos, hay soluciones parecidas también... pero mejoradas con la experiencia. Hoy somos mucho más maduros, hemos aprendido de los golpes y cómo tratar de evitarlos. Hemos aprendido de la vigencia del arte, y la historieta lo es, sin duda, a pesar de los detractores. Somos un género de comunicación de masas que independientemente de las circunstancias singulares de cada territorio o país podemos acceder a la ayuda fraternal, a la unión social de creadores del género. Es cierto que corren tiempos difíciles. Encarecimiento del papel, de los materiales, que existen nuevos medios competitivos, pero aún así siempre hay una esperanza y una fe de triunfo. Historietista es decir hombre o mujer de pensamiento amplio de arte comunicativo.
Todo nos acerca y nada nos separa. Quizás este mismo medio que a forzadas marchas trata de llegar de nuevo a todos sea un eslabón de la cadena de comunicación de los que viven su vida en cuadritos o para ellos.