Tangos de historieta

 

Fernando García, Hernán Ostuni Rocca
Investigadores, Buenos Aires, Argentina

 

Resumen

Como dice Osvaldo Rossler «el tango como criatura fiel a su contorno, se ha adherido a aquellos seres junto a los cuales se gestó». De la misma manera la historieta nace como fenómeno social del cual toma rasgos y personajes del entorno en el cual se desarrolla. Tanto el tango como la historieta son expresiones populares genuinas y auténticas que se nutren del medio y en cuanto al cómic, este presenta particularidades especiales de acuerdo al lugar en el cual se desarrolla interactuando activamente con las manifestaciones populares. Por eso es común la adaptación de historietas en otros medios masivos de comunicación como la radio, el cine, la TV y la música y en este último aspecto no es de extrañar que dos fenómenos tan arraigados en la conciencia popular se hayan nutrido uno del otro. «Tangos de historieta» refleja esa simbiosis de las manifestaciones culturales populares.

Abstract

As Osvaldo Rossler says «the tango as a creature faithful to its context linked up with those people with whom it was conceived». In the same way the comics were born as a social phenomenon from which feature and characters of the environment in which they develop are taken. The tango like the comics are popular, genuine, true expressions which feed themselves with the context and, as far as the comics are concerned, they show special characteristics coherent with the place where they develop in interacting actively with the popular expressions. For this reason it is quite common to see the comics adapted in other mass communication media like radio, movies, TV and music. In this last aspect it is not surprising that two phenomenons so rooted in the popular conscience have nourished each other. «Tangos de historieta» reflexes this symbiosis of the cultural popular expressions.

 
Dice Osvaldo Rossler que «el tango como criatura fiel a su contorno, se ha adherido a aquellos seres juntos a los cuales se gestó», siendo reflejo auténtico de los eternos y hondos dramas del hombre y de los aspectos amargos de la vida (Rossler, 1967).
 
Sin embargo y quizás como la excepción que confirma la regla de esos cánones empecinadamente respetados por la mayoría de los autores, aparecen algunos temas cuya inspiración proceden de otra realidad. Tal el caso de aquellas composiciones que llevan por título el gancho de ciertos personajes del mundo de la historieta, que llegaron a convertirse en prototipos de la sociedad.
En verdad no se trata de recreaciones de estos héroes de plumín y tinta china, en la mayoría de las veces el título de los temas es sólo una forma de aprovechar sus picos de popularidad aunque el pasaje por el pentagrama tuviera escasa trascendencia.
Ya en los tiempos fundacionales del tango, los motivos risueños de la vida cotidiana sirvieron como fuente de inspiración. Valga a manera de ejemplo «La multa», celebrado tango de la baronesa Eloísa D’Herbil de Silva con letra de Nicolás Granada, precursor del famoso «Cuidado con los cincuenta» de Ángel Villoldo y las innumerables partituras ilustradas con dibujos reminiscentes del más puro estilo comics. Ahí están, entre cientos más, las ediciones originales de «El internado» de Francisco Canaro, «Una noche de garufa» de Eduardo Arolas y «El caricaturista» de Luis Berstein.
Si bien este trabajo está fundamentalmente referido a los tangos inspirados en personajes de historietas, no serán infrecuentes las referencias a composiciones de otros ritmos populares que solían integrar el repertorio de muchas orquestas típicas: pasodobles, polkas y rancheras.

 

Los personajes

Viruta y Chicharrón

Viruta y Chicharrón fueron dos inefables personajes de la historieta argentina. Nacieron de un plagio o, dicho en el lenguaje lunfardesco del tango, de un vulgar afano. Corría el año 1904 cuando el dibujante norteamericano Geo Mc Manus creó la tira titulada «Spare Gribs and Gravy». Se trataba de dos pintorescos aventureros, rayanos en el grotesco, cuyas peripecias empezaron a reproducirse en Caras y Caretas con el nombre de «Viruta y Chicharrón» por 1912. Es obvio señalar que estas publicaciones y el cambio de nombre de los personajes se hizo sin autorización alguna por parte de los editores norteamericanos, por lo cual la revista criolla fue intimada a cancelarlos. Pero «Viruta y Chicharrón» ya habían pegado fuerte en el gusto popular y por ello se decidió mantener la tira pero recreada por dibujantes locales. El primer artista argentino que se ocupó de los dibujos de «Viruta y Chicharrón» fue Manuel Redondo, famoso dibujante de la época a quien secundaba Juan Januy.
 
Ambos héroes mostraban una caracterología distinta: el flaco y desgarbado Chicharrón encarnaba la astucia, la viveza, en tanto que el robusto Viruta, la fuerza, el vigor. Todas las planchas culminaban con un final desastroso para el primero, quien ponía a salvo su dignidad con una frase que fue popularísima en su tiempo: «Llamá un automóvil».
Existen al menos dos tangos titulados «Viruta y Chicharrón». Uno firmado por Juan Francisco Gallo y otro por Leopoldo Corretjer cuyo título exacto es «Don Viruta y Chicharrón, tango muy automóvile».
El primero fue editado por Ortelli Hnos., y está dedicado al «amigo y eximio abogado Doctor Juan Cocteau». El otro, publicado por Roque Gaudosi, lleva esta dedicatoria: «al semanario ilustrado Caras y Caretas».
Recordemos brevemente, como datos de interés, que Corretjer era catalán; había nacido en Barcelona en 1862, radicándose en Argentina hacia 1887. Fue profesor de música del recién creado Consejo Nacional de Educación y director del coro de 30 000 voces escolares y de la banda de 500 músicos que, en 1910 ejecutara en la Plaza del Congreso en adhesión al Centenario de la Patria. Corretjer compuso otros tangos como «El afilador», «La razón», «Mate a medias» y «Mi negra», pero su nombre está indisolublemente ligado a una obra ciertamente inmortal, el «Saludo a la bandera» («Salve Argentina, bandera azul y blanca»). Compuso también otros recordados temas de inspiración patriótica y escolar.

 

Trifón y Sisebuta

Otros dos personajes de Mc Manus, llamados originalmente «Jiggs and Maggie», fueron bautizados en Argentina como «Trifón y Sisebuta». Era una grotesca pareja de nuevos ricos con las ínfulas propias de quienes pretenden ascender en la escala social a través del dinero. Las tiras originales son de 1912, pero en Argentina se empezaron a publicar recién en 1920 cuando el diario La Nación las incorporó a sus ediciones. «Trifón y Sisebuta» fue la primera historieta con cuadros y argumentos publicada por un diario argentino y su éxito fue tal, que también inspiró un tango, un charleston humorístico y una obra teatral estrenada en ese mismo año.
 
El tango es «¡Pobre Trifón!», cuyos autores son el violinista uruguayo Roberto Zerrillo y el pianista Fernando Martín, con letra de Cipriano Pérez. Zerrillo integró la orquesta de Eduardo Arolas y codirigió la propia con Edgardo Donato. Es autor además de los tangos «Don José», «Se va la vida», «Derrotado», «Fantoches» y «Son mentiras» entre otros.
Fernando Martín fue pianista de las orquestas de Zerrillo y de Héctor María Artola entre otras, destacándose como compositor de varios tangos de éxito: «Aquel preludio de amor», «Nunca y siempre» y «Fantoches» en colaboración con Zerrillo y «Rapsodia en tango», una fantasía sobre el género grabada para el sello Odeón.
«¡Pobre Trifón!» fue editado por Alfredo Perrotti y su letra es prácticamente una semblanza descriptiva de los famosos personajes.
El otro tema que inspiró esta tira es un charleston humorístico titulado «Sisebuta y don Trifón», letra y música de Modesto H. Papávero. Este autor nacido en Alesandria –Italia– el 16 de agosto de 1899, compuso entre otros recordados éxitos: «Qué quieren los del porteño», «Fijas, redoblonas y batacazos» y «Leguisamo solo», grabado por Gardel en Barcelona en 1925.
La letra recoje la personalidad de cada uno de los personajes, especialmente la de Sisebuta. Dice en el refrán:
Sisebuta con su empeño
de ser dueña del hogar
con especial dedicación
quiere a su esposo modelar.
Sisebutas a millares
si usted quiere encontrará
pues la mujer en la actualidad
es una autoridad!
Ella manda y nada más.
Por su parte Juan Polito, Carlos Lazzari y Ángel Gatti, tres nombres de larga prosapia tanguera, firman el tango «Sisebuta», otra muestra de la inmensa popularidad alcanzada por el personaje. Aún hoy –a tantos años de distancia– el apelativo de Sisebuta está vigente para señalar a las mujeres con vocación de mandonas.

 

¡Federico a casa!

 
En 1933 Crítica comenzó a editar una revista semanal que se entregaba con el ejemplar del diario. En ella aparecía una de las pocas historietas nacionales que publicara el diario de Botana que generalmente adquiría los derechos de otras tiras de sindicatos extranjeros. Se titulaba «El nuevo rico» y era una creación de un buen dibujante llamado Héctor Rodríguez. El personaje era un tipo excéntrico correlativo con su condición de advenedizo al dinero, cuyos desplantes tenían por invariable destinatario a su fiel mayordomo. Los memoriosos quizás recuerden con alguna nostalgia aquella frase que cerraba todas las tiras: «¡Federico, a casa!!!».
Esta historieta inspiró una polca del mismo nombre que firmaron Roberto Zerrillo y Juan Carlos Howard. Del primero ya dimos algunas referencias. Howard fue un destacado pianista que se inició tocando jazz para pasar en 1928 a las huestes del tango integrando la primera orquesta de Juan D’Arienzo. Después se vinculó a Zerrillo con quien actuó hasta 1940 tocando a dos pianos con Emilio Barbato. Como compositor Juan Carlos Howard ha registrado entre otros temas «No puede ser», «Melodía oriental», «Son mentiras» (firmado con Zerrillo), «Duda» y «Entre la lluvia».

 

El negro Raúl

Uno de los personajes reales que Buenos Aires mitificó en las primeras décadas del siglo, fue Raúl Grigeras, el negro Raúl, una suerte de bufón de los niños bien de entonces que se divertían a costa de sus desventuras.
La popularidad del personaje real hizo que en 1916, el dibujante Arturo Lanteri lo inmortalizara en una tira que por muchos años publicó la revista El Hogar. Existe también un tango de Ángel Bassi titulado precisamente «El negro Raúl», «7º tango criollo» según la partitura original editada –al parecer– por el autor, quien lo dedicó «al popular Raúl Grigeras».

 

Pancho Talero

Arturo Lanteri fue creador también de uno de los personajes más famosos de la historieta argentina: «Pancho Talero» (1922). La tira se publicaba en la revista El Hogar y narraba las aventuras y desventuras de un típico personaje de clase media criolla con sus enredos de familia junto a Petrona, su mujer.
 
La popularidad de esta historieta hizo nacer el tango milonga homónimo que firman Salvador Granata y Orlando Romanelli.
Granata fue una figura popular de los carnavales montevideanos de la década del veinte, dirigiendo la famosa troupe Un Real al 69. Aunque era músico de profesión, ejecutante de guitarra, escribió muchas letras para temas populares, entre ellas la de este tango-milonga que comentamos. Como compositor firmó otros lemas: «Cuento criollo», «Pobre mascarita», «Borrón de niebla», «El milonguero», entre los más conocidos. Fue también autor teatral. Murió en Montevideo el 5 de mayo de 1947.

 

Don Fulgencio

Orlando Romanelli, fue un destacado pianista y compositor de la década del diez, muy conocido en las pensiones montevideanas donde alternó con los más famosos ejecutantes del tango de entonces. Fue fundador y presidente de la Sociedad Uruguaya de Intérpretes y como compositor dejó entre una nutrida argentina: «Don Fulgencio». Su creador, Lino Palacio, contó alguna vez la circunstancia que le inspiró el personaje: «En 1915 estaba yo escondido en un café de Bolívar al 200. Me había hecho la rabona en el Nacional Buenos Aires. Por la vereda opuesta caminaba un vendedor de biblias que recorría habitualmente el barrio de San Yelmo. De pronto se detuvo, miró para todos lados en busca de testigos ocasionales v creyendo que nadie lo observaba, pateó con entusiasmo una cajita de fósforos. Luego siguió su camino recobrando su aire solemne y reservado».
 
«Don Fulgencio» se publicó en La Prensa hasta 1943; una diferencia de criterio entre el autor y la dirección del diario respecto de la inclusión del personaje en una publicidad del café Sorocabana determinó que la tira pasase a ser un clásico del vespertino La Razón hasta nuestros días.
El éxito del personaje llevó a Maruja Pacheco Huergo a musicalizar una letra del propio Lino Palacio (Flax) componiendo un tema que titularon «La ronda de don Fulgencio». Fue editado por Editorial Musical Pirovano y en la carátula, formando ronda, aparecen junto al héroe, otros personajes no menos famosos de la tira: Radragaz, Tripudio, el mayordomo, etc.
Maruja Esther Pacheco Huergo de Ferradaz Campos, tal su nombre completo, fue una inspirada autora y compositora a la vez que una excelente cantante. Entre sus temas más difundidos se encuentran los tangos «Dos almas», «Melancolías», «Sinfonía de arrabal », «Tu regreso», «Alas rotas» y «El adiós» que con letra de Virgilio San Clemente constituyó uno de los grandes sucesos de Ignacio Corsini.
«Don Fulgencio» llegó al cine en la insuperable interpretación de Enrique Serrano y tuvo su ciclo radiofónico bajo el título de «El hombre que no tuvo infancia», protagonizado por uno de los más talentosos actores que diera la escena nacional: don Francisco Álvarez.

 

Cicuta y Avivato

Lino Palacio –el inefable Flax– fue creador también de dos singulares personajes de la fauna porteña: Cicuta y Avivato. Ambos definen tipos de singulares perfiles sicológicos, incorporados definitivamente al lenguaje cotidiano de Buenos Aires.
Cicuta nació hacia 1945 en la Revista Don Fulgencio que dirigía su autor. A fines de la década Jorge Palacio (Faruk) se hizo cargo del personaje cuando la tira pasó al diario Crítica. En realidad fue el regalo de casamiento que recibió de parte de su padre, así como su hermana Cecilia recibió Ramona. En 1953 al editarse la revista Avivato, Cicuta se convierte en uno de los personajes sobresalientes de la nueva publicación. Por 1970 lo ubicamos en las páginas de Prensa Libre y en 1983 en La Época.
 
El personalísimo y geométrico dibujo de Faruk imprimió una nueva e insuperable fisonomía al personaje creado por su padre. Las tiras fueron reimpresas en varios libros recopilatorios y actualmente Cicuta forma parte de la Colección Clásicos del Humor Argentino de Editorial Record, lo cual constituye un justo reconocimiento para un artista de tan larga y fecunda trayectoria como Faruk.
Precisamente Faruk y el pianista Jorge Dragone firman el tango «Te llaman Cicuta», cuya letra define con toda precisión los rasgos de este singular personaje «siempre de negro empilchado».
Desde chico te llaman Cicuta
por amargo, envidioso y cabrón
...
Che Cicuta
sos un cuervo envenenado
buscando siempre a tu lado
a quien poder amargar
Che Cicuta
te copás con los velorios
te mufás con los casorios
y al ver los pibes jugar
Jorge Dragone es un músico de larga trayectoria en el tango; nació en General Villegas (Pcia. de Buenos Aires) en 1927. Cuando nacía Cicuta a principios de la década del cuarenta, Dragone integraba el trío de Antonio Sureda. Después colaboró con distintas orquestas: Edgardo Donato, Juan Sánchez Gorio, Hugo Baralis, etc. Acompañó a Alberto Castillo en su gira europea de 1954 y desde entonces prestó marco orquestal a los más importantes cantores de primerísima línea. Su obra más conocida es la milonga «Zapatito de raso».
Otro gran personaje creado por Lino Palacio, es Avivato. Su aparición data del 23 de septiembre de 1946 en las páginas del diario La Razón. En 1953 tuvo su propia revista.
Su historia la conocemos por la pluma de su creador. Lino cuenta que un día lo llamó el director de aquel vespertino «y me solicitó un personaje para el diario. Pero debía ser un tipo bien porteño y sobre todo muy humano. Hacía tiempo que deseaba dar forma en el papel a un espécimen muy nuestro que encontramos en todos lados: me refiero al vivo, al oportunista... Ya dispuesto a darle vida hice una revisión de los personajes que en ese momento se publicaban en los diarios y comprobé que no había ninguno con una sicología similar. Entonces me lancé con desbordante entusiasmo a reflejar en la historieta sus aventuras».
Tal fue el éxito de esta tira, que el personaje fue llevado al cine en un recordado film que protagonizara Pepe Iglesias: «El zorro».
 
Avivato tiene su tango homónimo cuya letra y música pertenecen también a Lino Palacio. Fue editado por Fermata el 1 de septiembre de 1970 y uno de los pasajes de su letra dice:
Sos un avivato
¡qué le vas a hacer!
Estás en la ola
nunca hacés cola
y sos el primero
en el marcador.
Sos siempre oportuno
sos fórmula uno
y nunca ventaja
nadie te sacó.
Estás en el ruido
seguís a las modas
te las sabés todas
cada cual mejor.

 

Don Fermín

M.S. Castagno y M.A.S. Leo firmaron una ranchera editada por José Schneider cuyo título es «Don Fermín, el roncador». Está inspirada por supuesto, en el personaje creado en 1925 por Dante Quinterno (el autor de «Patoruzú») para la revista Mundo Argentino. Precisamente a Quinterno y a la Editorial Haynes, responsable de la publicación, los autores dedicaron el tema.
Don Fermín es en cierto modo la contracara de todos los personajes similares de su tiempo. Es un jefe de familia que, a la inversa del recordado Pancho Talero por ejemplo, no está sometido a la voluntad de su mujer, sino que ejerce su autoridad y su capricho casi despóticamente; es el que verdaderamente ronca en su casa. Con el tiempo se fueron agregando otros personajes como la negra Timoteo, el ñato Costa, su suegra Encarnación y Constantino, hasta la llegada de El Jefe, el maligno personaje responsable de las tantas desventuras de nuestro héroe. Posteriormente la tira cambió de nombre, publicándose en la revista Patoruzú como «Don Fierro».

 

Max y Carlitos

Entre las muchas curiosidades que ofrece el tema de los tangos inspirados en personajes reales, vale mencionar un tango milonga firmado por D.F. Sclocco (Dominguito) titulado «Max y Carlitos» –obviamente Max Linder y Carlitos Chaplin– quienes también, alguna vez, trascendieron el celuloide para vivir sus aventuras en los cuadritos de papel. La pieza fue editada por Breyer Hnos. y está dedicada al señor Jaime Mas.

 

 

Los Kewpies

Augusto Gentile, el inspirado autor de «El desalojo», firma un tango que lleva el curioso título de «Kewpies». Los Kewpies eran unos simpáticos personajes creados por Rose Oneill en 1909 para la revista Ladie Home Joumal.
La fama de estos duendecitos fue tal que en 1912, una fábrica de muñecos de Alemania adquirió la licencia y los comercializó con un éxito sin precedente que llega hasta nuestros días. Los Kwepies aparecen en papeles de carta, postales, impresos, etc.
El tango fue editado por Breyer Hnos. «con permiso del concesionario de la marca registrada Kewpie F. Staropolsky» de la calle México 131 Buenos Aires, no descartándose que su creación respondiera a una finalidad publicitaria.

 

Bómbolo, Amarroto y Juan Mondiola

Existen también otras piezas que llevan por título nombres de conocidos personajes del comics nacional. Tal el caso de «Bómbolo» de Divito, de «Amarroto» creado por Osky (Oscar Conti) para la revista Rico Tipo y «Juan Mondiola» de Bavio Esquiú.
Con el nombre de «Bómbolo» registramos un pasodoble que firman Marf y Mascheroni y cuyo arreglo pertenece a Enrique Rodríguez. A pesar de su título, el tema es italiano y originalmente fue editado por A. & G. Carisch & C. de Milán. En Argentina lo publicó Ricordi en 1931 con una letra que muy vagamente denota alguna semejanza con la creación de Divito, aunque el dibujo que ilustra la carátula denuncia la inconfundible fisonomía del personaje vernáculo.
«Amarroto» (Rico Tipo, 1940), personificación grotesca del amarrete, inspiró sin dudas el tango que Miguel Buchino y Juan Cao compusieron en 1951 y del cual Juan D’Arienzo con Alberto Echagüe, hicieran una magistral creación.
En la timba de la vida al final todo se pierde
no hay mortaja con bolsillos a la hora de partir
vos que no sabés siquiera de un final bandera verde
confesame che Amarroto, para qué querés vivir.
El personaje de Osky delineado con los inconfundibles rasgos de su original estilo quedó incorporado definitivamente a la galería de prototipos porteños y al lenguaje cotidiano y popular.
 
Juan Mondiola no fue en su origen un personaje, sino el seudónimo que utilizara Miguel Ángel Bavio Esquiú para firmar sus personalísimas crónicas de la más pura estirpe porteña. La primera vez que firmó de tal modo, fue el 10 de junio de 1941 en la revista Campeón, pasando luego a fines de 1942 a la recién fundada Rico Tipo, donde el personaje de ficción adquirió una existencia propia, independiente del autor. Juan Mondiola, «en tono de don Juan canchero y suburbano» al decir de José Gobello, narraba sus crónicas deportivo-sentimentales plenas de pintorescos matices. Fue Pedro Seguí, uno de los más talentosos dibujantes de la década del cuarenta, quien materializara su porteñísima estampa: «el saco gris, el funhi negro y el lenghe de clase» con monograma. Dos volúmenes titulados «Andanzas de Juan Mondiola» (1947) y «Juan Mondiola» (1954) recogen todas las notas de Bavio Esquiú. Un tango inmortalizó también su nombre. En el cine fue encarnado con singular identificación física y sicológica, por Juan José Miguez.

 

Patoruzú

Sin lugar a duda uno de los personajes más representativo de la historieta argentina es Patoruzú, la creación de Dante Raúl Quinterno.
Este era discípulo del Mono Taborda y se había iniciado en las famosas Páginas de Columba ilustrando aquella histórica pelea entre Firpo y Dempsey en el Polo Grounds de Nueva York en septiembre de 1923.
Hacia 1925 Quinterno publicaba sus creaciones en muchas revistas, dando vida entre otros personajes a «Don Fermín» (conocido luego como «Don Fierro») de quien habláramos líneas más arriba. Pero es 1927 y para el diario Crítica cuando Quinterno crea su tira titulada «Un porteño optimista», que más tarde se llamaría «Las aventuras de don Gil Contento». Al año siguiente incorporó a ella un nuevo personaje: se trataba de un indio tehuelche, cacique de la Patagonia, que entró por la puerta grande de la historieta como si ya conociera su exitoso destino. El miércoles 17 de octubre de 1928 Crítica anunciaba a sus lectores la inminente incorporación de este personaje. Al día siguiente repetía el anuncio: «Mañana debuta el indio Curugua-Curiguagüigua». Por fin el 19 de octubre de ese año, en el primer cuadro de la tira «Don Gil Contento», el indio gritaba desde la puerta de un tren carguero: «¡Guagua! ¡Piragua! ¿Vos sos meu tutor chei? ¡Curugua-Curiguagüigua te saluda!» a lo que Gilito responde: «Por fin llegaste Patoruzú. Te bautizo con ese nombre porque el tuyo me desconyunta las mandíbulas».
Lo cierto es que fue el Dr. Muzio Sáenz Peña quien le sugirió a Quinterno que cambiara el nombre del personaje por uno más fácil de recordar. Patoruzú era la contracción de un caramelo de color negro muy famoso por entonces, conocido como Pasta de Oruzú. En 1930 aparece en La Razón; en 1935 en El Mundo y en 1936 tiene su propia revista.
Patoruzú es el símbolo de todas las virtudes inalcanzables para el común de los mortales argentinos; es un hombre simple y sencillo, sobrio y estoico en extremo, con un patriotismo sin límites, con mucho de quijote y de intrépido a la vez y generoso hasta el desprendimiento total.
No faltaron, sin embargo, quienes encontraran en el personaje rasgos de una personalidad compleja, que no es materia para analizar en el presente trabajo.
Hemos podido saber de dos composiciones que se le dedicaron, sin descartar que pudieran existir otras. «¿Qué hacés Patoruzú?» es una ranchera que grabó Francisco Canaro con la voz de Roberto Maida y un tango titulado «Patoruzú» que firman Baldomero Suárez y Ricardo Pontón. A tantos años de distancia el personaje mantiene una inusual vigencia.

 

Sueños de historieta

Para cerrar estos apuntes, que sólo constituyen una reseña parcial e incompleta del tema abordado, quisiéramos hacer referencia a un tango inédito aún, que en 1990 compusieron Osvaldo Tarantino –«uno de los más extraordinarios pianistas del tango de todos los tiempos» al decir de Horacio Ferrer– y el poeta Ricardo A. Ostuni, padre de uno de los responsables de este trabajo.
 
El tema se titula «Sueños de historieta» y es un homenaje a esos «maestros del plumín y la tinta china, genios con un corazón grandote de purretes, a quienes nuestra infancia les debe tantas sonrisas», según la dedicatoria de los autores.
El tango nació en el Café Homero, en Palermo Viejo, donde Tarantino y Ostuni formaban por entonces parte del elenco. Originariamente la letra era un soneto, pero por las exigencias de la música devino en su estructura actual. En una de sus partes dice:
Sueños de historieta
Ganas de darle a la barreta,
y limarle los barrotes a la mufa
como Piantadino
cuando estaba en cufa.
Igual que el Padrino
saber que la vida es una garufa.
Y ser don Fulgencio
y aún a la distancia
revivir la infancia
con el alma inquieta.
Ya ves que la ilusión no está perdida
si al final la vida
es tan sólo un sueño de historieta.
La existencia de tantas obras inspiradas en personajes de historietas, podrían inducir al equívoco de que el tango no siempre es «un pensamiento triste que se baila». Sin embargo, como en las matemáticas, la excepción confirma la regla. La materia del tango es la tristeza, dice la autora italiana Meri Franco-Lao, porque el tango expresa siempre el tiempo perdido y el inasible sueño de su recuperación. También estos personajes –caricaturescos y reideros– evocan años del lejano ayer. El pasado gravita con singular presencia en la sonrisa de hoy.