Fernando García, Hernán Ostuni Rocca Investigadores, Buenos Aires,
Argentina
Resumen
Como dice Osvaldo Rossler «el tango como criatura fiel
a su contorno, se ha adherido a aquellos seres junto a los cuales
se gestó». De la misma manera la historieta nace
como fenómeno social del cual toma rasgos y personajes del
entorno en el cual se desarrolla. Tanto el tango como la
historieta son expresiones populares genuinas y auténticas
que se nutren del medio y en cuanto al cómic, este
presenta particularidades especiales de acuerdo al lugar en el
cual se desarrolla interactuando activamente con las
manifestaciones populares. Por eso es común la
adaptación de historietas en otros medios masivos de
comunicación como la radio, el cine, la TV y la
música y en este último aspecto no es de
extrañar que dos fenómenos tan arraigados en la
conciencia popular se hayan nutrido uno del otro. «Tangos
de historieta» refleja esa simbiosis de las manifestaciones
culturales populares.
Abstract
As Osvaldo Rossler says «the tango as a creature
faithful to its context linked up with those people with whom it
was conceived». In the same way the comics were born as a
social phenomenon from which feature and characters of the
environment in which they develop are taken. The tango like the
comics are popular, genuine, true expressions which feed
themselves with the context and, as far as the comics are
concerned, they show special characteristics coherent with the
place where they develop in interacting actively with the popular
expressions. For this reason it is quite common to see the comics
adapted in other mass communication media like radio, movies, TV
and music. In this last aspect it is not surprising that two
phenomenons so rooted in the popular conscience have nourished
each other. «Tangos de historieta» reflexes this
symbiosis of the cultural popular expressions.
Dice Osvaldo Rossler que «el tango como criatura fiel a
su contorno, se ha adherido a aquellos seres juntos a los cuales
se gestó», siendo reflejo auténtico de los
eternos y hondos dramas del hombre y de los aspectos amargos de
la vida (Rossler, 1967).
Sin embargo y quizás como la excepción que
confirma la regla de esos cánones empecinadamente
respetados por la mayoría de los autores, aparecen algunos
temas cuya inspiración proceden de otra realidad. Tal el
caso de aquellas composiciones que llevan por título el
gancho de ciertos personajes del mundo de la historieta,
que llegaron a convertirse en prototipos de la sociedad.
En verdad no se trata de recreaciones de estos héroes
de plumín y tinta china, en la mayoría de las veces
el título de los temas es sólo una forma de
aprovechar sus picos de popularidad aunque el pasaje por el
pentagrama tuviera escasa trascendencia.
Ya en los tiempos fundacionales del tango, los motivos
risueños de la vida cotidiana sirvieron como fuente de
inspiración. Valga a manera de ejemplo «La
multa», celebrado tango de la baronesa Eloísa
D’Herbil de Silva con letra de Nicolás Granada,
precursor del famoso «Cuidado con los cincuenta» de
Ángel Villoldo y las innumerables partituras ilustradas
con dibujos reminiscentes del más puro estilo comics.
Ahí están, entre cientos más, las ediciones
originales de «El internado» de Francisco Canaro,
«Una noche de garufa» de Eduardo Arolas y «El
caricaturista» de Luis Berstein.
Si bien este trabajo está fundamentalmente referido a
los tangos inspirados en personajes de historietas, no
serán infrecuentes las referencias a composiciones de
otros ritmos populares que solían integrar el repertorio
de muchas orquestas típicas: pasodobles, polkas y
rancheras.
Los personajes
Viruta y Chicharrón
Viruta y Chicharrón fueron dos inefables personajes de
la historieta argentina. Nacieron de un plagio o, dicho en el
lenguaje lunfardesco del tango, de un vulgar afano.
Corría el año 1904 cuando el dibujante
norteamericano Geo Mc Manus creó la tira titulada
«Spare Gribs and Gravy». Se trataba de dos
pintorescos aventureros, rayanos en el grotesco, cuyas peripecias
empezaron a reproducirse en Caras y Caretas con el
nombre de «Viruta y Chicharrón» por 1912. Es
obvio señalar que estas publicaciones y el cambio de
nombre de los personajes se hizo sin autorización alguna
por parte de los editores norteamericanos, por lo cual la revista
criolla fue intimada a cancelarlos. Pero «Viruta y
Chicharrón» ya habían pegado fuerte
en el gusto popular y por ello se decidió mantener la tira
pero recreada por dibujantes locales. El primer artista argentino
que se ocupó de los dibujos de «Viruta y
Chicharrón» fue Manuel Redondo, famoso dibujante de
la época a quien secundaba Juan Januy.
Ambos héroes mostraban una caracterología
distinta: el flaco y desgarbado Chicharrón encarnaba la
astucia, la viveza, en tanto que el robusto Viruta, la
fuerza, el vigor. Todas las planchas culminaban con un final
desastroso para el primero, quien ponía a salvo su
dignidad con una frase que fue popularísima en su tiempo:
«Llamá un automóvil».
Existen al menos dos tangos titulados «Viruta y
Chicharrón». Uno firmado por Juan Francisco Gallo y
otro por Leopoldo Corretjer cuyo título exacto es
«Don Viruta y Chicharrón, tango muy
automóvile».
El primero fue editado por Ortelli Hnos., y está
dedicado al «amigo y eximio abogado Doctor Juan
Cocteau». El otro, publicado por Roque Gaudosi, lleva esta
dedicatoria: «al semanario ilustrado Caras y
Caretas».
Recordemos brevemente, como datos de interés, que
Corretjer era catalán; había nacido en Barcelona en
1862, radicándose en Argentina hacia 1887. Fue profesor de
música del recién creado Consejo Nacional de
Educación y director del coro de 30 000 voces escolares y
de la banda de 500 músicos que, en 1910 ejecutara en la
Plaza del Congreso en adhesión al Centenario de la Patria.
Corretjer compuso otros tangos como «El afilador»,
«La razón», «Mate a medias» y
«Mi negra», pero su nombre está
indisolublemente ligado a una obra ciertamente inmortal, el
«Saludo a la bandera» («Salve Argentina,
bandera azul y blanca»). Compuso también otros
recordados temas de inspiración patriótica y
escolar.
Trifón y Sisebuta
Otros dos personajes de Mc Manus, llamados originalmente
«Jiggs and Maggie», fueron bautizados en Argentina
como «Trifón y Sisebuta». Era una grotesca
pareja de nuevos ricos con las ínfulas propias de quienes
pretenden ascender en la escala social a través del
dinero. Las tiras originales son de 1912, pero en Argentina se
empezaron a publicar recién en 1920 cuando el diario
La Nación las incorporó a sus ediciones.
«Trifón y Sisebuta» fue la primera historieta
con cuadros y argumentos publicada por un diario argentino y su
éxito fue tal, que también inspiró un tango,
un charleston humorístico y una obra teatral estrenada en
ese mismo año.
El tango es «¡Pobre Trifón!», cuyos
autores son el violinista uruguayo Roberto Zerrillo y el pianista
Fernando Martín, con letra de Cipriano Pérez.
Zerrillo integró la orquesta de Eduardo Arolas y
codirigió la propia con Edgardo Donato. Es autor
además de los tangos «Don José»,
«Se va la vida», «Derrotado»,
«Fantoches» y «Son mentiras» entre
otros.
Fernando Martín fue pianista de las orquestas de
Zerrillo y de Héctor María Artola entre otras,
destacándose como compositor de varios tangos de
éxito: «Aquel preludio de amor», «Nunca
y siempre» y «Fantoches» en colaboración
con Zerrillo y «Rapsodia en tango», una
fantasía sobre el género grabada para el sello
Odeón.
«¡Pobre Trifón!» fue editado por
Alfredo Perrotti y su letra es prácticamente una semblanza
descriptiva de los famosos personajes.
El otro tema que inspiró esta tira es un charleston
humorístico titulado «Sisebuta y don
Trifón», letra y música de Modesto H.
Papávero. Este autor nacido en Alesandria
–Italia– el 16 de agosto de 1899, compuso entre otros
recordados éxitos: «Qué quieren los del
porteño», «Fijas, redoblonas y
batacazos» y «Leguisamo solo», grabado por
Gardel en Barcelona en 1925.
La letra recoje la personalidad de cada uno de los
personajes, especialmente la de Sisebuta. Dice en el
refrán:
Sisebuta con su empeño de ser dueña del hogar con especial dedicación quiere a su esposo modelar. Sisebutas a millares si usted quiere encontrará pues la mujer en la actualidad es una autoridad! Ella manda y nada más.
Por su parte Juan Polito, Carlos Lazzari y Ángel
Gatti, tres nombres de larga prosapia tanguera, firman el tango
«Sisebuta», otra muestra de la inmensa popularidad
alcanzada por el personaje. Aún hoy –a tantos
años de distancia– el apelativo de Sisebuta
está vigente para señalar a las mujeres con
vocación de mandonas.
¡Federico a casa!
En 1933 Crítica comenzó a editar una
revista semanal que se entregaba con el ejemplar del diario. En
ella aparecía una de las pocas historietas nacionales que
publicara el diario de Botana que generalmente adquiría
los derechos de otras tiras de sindicatos extranjeros. Se
titulaba «El nuevo rico» y era una creación de
un buen dibujante llamado Héctor Rodríguez. El
personaje era un tipo excéntrico correlativo con su
condición de advenedizo al dinero, cuyos desplantes
tenían por invariable destinatario a su fiel mayordomo.
Los memoriosos quizás recuerden con alguna nostalgia
aquella frase que cerraba todas las tiras:
«¡Federico, a casa!!!».
Esta historieta inspiró una polca del mismo nombre que
firmaron Roberto Zerrillo y Juan Carlos Howard. Del primero ya
dimos algunas referencias. Howard fue un destacado pianista que
se inició tocando jazz para pasar en 1928 a las huestes
del tango integrando la primera orquesta de Juan D’Arienzo.
Después se vinculó a Zerrillo con quien
actuó hasta 1940 tocando a dos pianos con Emilio Barbato.
Como compositor Juan Carlos Howard ha registrado entre otros
temas «No puede ser», «Melodía
oriental», «Son mentiras» (firmado con
Zerrillo), «Duda» y «Entre la
lluvia».
El negro Raúl
Uno de los personajes reales que Buenos Aires mitificó
en las primeras décadas del siglo, fue Raúl
Grigeras, el negro Raúl, una suerte de bufón de los
niños bien de entonces que se divertían a
costa de sus desventuras.
La popularidad del personaje real hizo que en 1916, el
dibujante Arturo Lanteri lo inmortalizara en una tira que por
muchos años publicó la revista El Hogar.
Existe también un tango de Ángel Bassi titulado
precisamente «El negro Raúl», «7º
tango criollo» según la partitura original editada
–al parecer– por el autor, quien lo dedicó
«al popular Raúl Grigeras».
Pancho Talero
Arturo Lanteri fue creador también de uno de los
personajes más famosos de la historieta argentina:
«Pancho Talero» (1922). La tira se publicaba en la
revista El Hogar y narraba las aventuras y desventuras
de un típico personaje de clase media criolla con sus
enredos de familia junto a Petrona, su mujer.
La popularidad de esta historieta hizo nacer el tango milonga
homónimo que firman Salvador Granata y Orlando
Romanelli.
Granata fue una figura popular de los carnavales
montevideanos de la década del veinte, dirigiendo la
famosa troupe Un Real al 69. Aunque era músico de
profesión, ejecutante de guitarra, escribió muchas
letras para temas populares, entre ellas la de este tango-milonga
que comentamos. Como compositor firmó otros lemas:
«Cuento criollo», «Pobre mascarita»,
«Borrón de niebla», «El
milonguero», entre los más conocidos. Fue
también autor teatral. Murió en Montevideo el 5 de
mayo de 1947.
Don Fulgencio
Orlando Romanelli, fue un destacado pianista y compositor de
la década del diez, muy conocido en las pensiones
montevideanas donde alternó con los más famosos
ejecutantes del tango de entonces. Fue fundador y presidente de
la Sociedad Uruguaya de Intérpretes y como compositor
dejó entre una nutrida argentina: «Don
Fulgencio». Su creador, Lino Palacio, contó alguna
vez la circunstancia que le inspiró el personaje:
«En 1915 estaba yo escondido en un café de
Bolívar al 200. Me había hecho la rabona en el
Nacional Buenos Aires. Por la vereda opuesta caminaba un vendedor
de biblias que recorría habitualmente el barrio de San
Yelmo. De pronto se detuvo, miró para todos lados en busca
de testigos ocasionales v creyendo que nadie lo observaba,
pateó con entusiasmo una cajita de fósforos. Luego
siguió su camino recobrando su aire solemne y
reservado».
«Don Fulgencio» se publicó en La
Prensa hasta 1943; una diferencia de criterio entre el autor
y la dirección del diario respecto de la inclusión
del personaje en una publicidad del café Sorocabana
determinó que la tira pasase a ser un clásico del
vespertino La Razón hasta nuestros
días.
El éxito del personaje llevó a Maruja Pacheco
Huergo a musicalizar una letra del propio Lino Palacio (Flax)
componiendo un tema que titularon «La ronda de don
Fulgencio». Fue editado por Editorial Musical Pirovano y en
la carátula, formando ronda, aparecen junto al
héroe, otros personajes no menos famosos de la tira:
Radragaz, Tripudio, el mayordomo, etc.
Maruja Esther Pacheco Huergo de Ferradaz Campos, tal su
nombre completo, fue una inspirada autora y compositora a la vez
que una excelente cantante. Entre sus temas más difundidos
se encuentran los tangos «Dos almas»,
«Melancolías», «Sinfonía de
arrabal », «Tu regreso», «Alas
rotas» y «El adiós» que con letra de
Virgilio San Clemente constituyó uno de los grandes
sucesos de Ignacio Corsini.
«Don Fulgencio» llegó al cine en la
insuperable interpretación de Enrique Serrano y tuvo su
ciclo radiofónico bajo el título de «El
hombre que no tuvo infancia», protagonizado por uno de los
más talentosos actores que diera la escena nacional: don
Francisco Álvarez.
Cicuta y Avivato
Lino Palacio –el inefable Flax– fue creador
también de dos singulares personajes de la fauna
porteña: Cicuta y Avivato. Ambos definen tipos de
singulares perfiles sicológicos, incorporados
definitivamente al lenguaje cotidiano de Buenos Aires.
Cicuta nació hacia 1945 en la Revista Don
Fulgencio que dirigía su autor. A fines de la
década Jorge Palacio (Faruk) se hizo cargo del personaje
cuando la tira pasó al diario Crítica. En
realidad fue el regalo de casamiento que recibió de parte
de su padre, así como su hermana Cecilia recibió
Ramona. En 1953 al editarse la revista Avivato,
Cicuta se convierte en uno de los personajes sobresalientes de la
nueva publicación. Por 1970 lo ubicamos en las
páginas de Prensa Libre y en 1983 en La
Época.
El personalísimo y geométrico dibujo de Faruk
imprimió una nueva e insuperable fisonomía al
personaje creado por su padre. Las tiras fueron reimpresas en
varios libros recopilatorios y actualmente Cicuta forma parte de
la Colección Clásicos del Humor Argentino
de Editorial Record, lo cual constituye un justo reconocimiento
para un artista de tan larga y fecunda trayectoria como
Faruk.
Precisamente Faruk y el pianista Jorge Dragone firman el
tango «Te llaman Cicuta», cuya letra define con toda
precisión los rasgos de este singular personaje
«siempre de negro empilchado».
Desde chico te llaman Cicuta por amargo, envidioso y cabrón ... Che Cicuta sos un cuervo envenenado buscando siempre a tu lado a quien poder amargar Che Cicuta te copás con los velorios te mufás con los casorios y al ver los pibes jugar
Jorge Dragone es un músico de larga trayectoria en el
tango; nació en General Villegas (Pcia. de Buenos Aires)
en 1927. Cuando nacía Cicuta a principios de la
década del cuarenta, Dragone integraba el trío de
Antonio Sureda. Después colaboró con distintas
orquestas: Edgardo Donato, Juan Sánchez Gorio, Hugo
Baralis, etc. Acompañó a Alberto Castillo en su
gira europea de 1954 y desde entonces prestó marco
orquestal a los más importantes cantores de
primerísima línea. Su obra más conocida es
la milonga «Zapatito de raso».
Otro gran personaje creado por Lino Palacio, es Avivato. Su
aparición data del 23 de septiembre de 1946 en las
páginas del diario La Razón. En 1953 tuvo
su propia revista.
Su historia la conocemos por la pluma de su creador. Lino
cuenta que un día lo llamó el director de aquel
vespertino «y me solicitó un personaje para el
diario. Pero debía ser un tipo bien porteño y sobre
todo muy humano. Hacía tiempo que deseaba dar forma en el
papel a un espécimen muy nuestro que encontramos en todos
lados: me refiero al vivo, al oportunista... Ya
dispuesto a darle vida hice una revisión de los personajes
que en ese momento se publicaban en los diarios y comprobé
que no había ninguno con una sicología similar.
Entonces me lancé con desbordante entusiasmo a reflejar en
la historieta sus aventuras».
Tal fue el éxito de esta tira, que el personaje fue
llevado al cine en un recordado film que protagonizara Pepe
Iglesias: «El zorro».
Avivato tiene su tango homónimo cuya letra y
música pertenecen también a Lino Palacio. Fue
editado por Fermata el 1 de septiembre de 1970 y uno de los
pasajes de su letra dice:
Sos un avivato ¡qué le vas a hacer! Estás en la ola nunca hacés cola y sos el primero en el marcador. Sos siempre oportuno sos fórmula uno y nunca ventaja nadie te sacó. Estás en el ruido seguís a las modas te las sabés todas cada cual mejor.
Don Fermín
M.S. Castagno y M.A.S. Leo firmaron una ranchera editada por
José Schneider cuyo título es «Don
Fermín, el roncador». Está inspirada por
supuesto, en el personaje creado en 1925 por Dante Quinterno (el
autor de «Patoruzú») para la revista Mundo
Argentino. Precisamente a Quinterno y a la Editorial Haynes,
responsable de la publicación, los autores dedicaron el
tema.
Don Fermín es en cierto modo la contracara de todos
los personajes similares de su tiempo. Es un jefe de familia que,
a la inversa del recordado Pancho Talero por ejemplo, no
está sometido a la voluntad de su mujer, sino que ejerce
su autoridad y su capricho casi despóticamente; es el que
verdaderamente ronca en su casa. Con el tiempo se fueron
agregando otros personajes como la negra Timoteo, el ñato
Costa, su suegra Encarnación y Constantino, hasta la
llegada de El Jefe, el maligno personaje responsable de las
tantas desventuras de nuestro héroe. Posteriormente la
tira cambió de nombre, publicándose en la revista
Patoruzú como «Don Fierro».
Max y Carlitos
Entre las muchas curiosidades que ofrece el tema de los
tangos inspirados en personajes reales, vale mencionar un tango
milonga firmado por D.F. Sclocco (Dominguito) titulado «Max
y Carlitos» –obviamente Max Linder y Carlitos
Chaplin– quienes también, alguna vez, trascendieron
el celuloide para vivir sus aventuras en los cuadritos de papel.
La pieza fue editada por Breyer Hnos. y está dedicada al
señor Jaime Mas.
Los Kewpies
Augusto Gentile, el inspirado autor de «El
desalojo», firma un tango que lleva el curioso
título de «Kewpies». Los Kewpies eran unos
simpáticos personajes creados por Rose Oneill en 1909 para
la revista Ladie Home Joumal.
La fama de estos duendecitos fue tal que en 1912, una
fábrica de muñecos de Alemania adquirió la
licencia y los comercializó con un éxito sin
precedente que llega hasta nuestros días. Los Kwepies
aparecen en papeles de carta, postales, impresos, etc.
El tango fue editado por Breyer Hnos. «con permiso del
concesionario de la marca registrada Kewpie F. Staropolsky»
de la calle México 131 Buenos Aires, no
descartándose que su creación respondiera a una
finalidad publicitaria.
Bómbolo, Amarroto y Juan Mondiola
Existen también otras piezas que llevan por
título nombres de conocidos personajes del comics
nacional. Tal el caso de «Bómbolo» de Divito,
de «Amarroto» creado por Osky (Oscar Conti) para la
revista Rico Tipo y «Juan Mondiola» de Bavio
Esquiú.
Con el nombre de «Bómbolo» registramos un
pasodoble que firman Marf y Mascheroni y cuyo arreglo pertenece a
Enrique Rodríguez. A pesar de su título, el tema es
italiano y originalmente fue editado por A. & G. Carisch & C. de
Milán. En Argentina lo publicó Ricordi en 1931 con
una letra que muy vagamente denota alguna semejanza con la
creación de Divito, aunque el dibujo que ilustra la
carátula denuncia la inconfundible fisonomía del
personaje vernáculo.
«Amarroto» (Rico Tipo, 1940),
personificación grotesca del amarrete, inspiró sin
dudas el tango que Miguel Buchino y Juan Cao compusieron en 1951
y del cual Juan D’Arienzo con Alberto Echagüe,
hicieran una magistral creación.
En la timba de la vida al final todo se pierde no hay mortaja con bolsillos a la hora de
partir vos que no sabés siquiera de un final bandera
verde confesame che Amarroto, para qué querés
vivir.
El personaje de Osky delineado con los inconfundibles rasgos
de su original estilo quedó incorporado definitivamente a
la galería de prototipos porteños y al lenguaje
cotidiano y popular.
Juan Mondiola no fue en su origen un personaje, sino el
seudónimo que utilizara Miguel Ángel Bavio
Esquiú para firmar sus personalísimas
crónicas de la más pura estirpe porteña. La
primera vez que firmó de tal modo, fue el 10 de junio de
1941 en la revista Campeón, pasando luego a fines
de 1942 a la recién fundada Rico Tipo, donde el
personaje de ficción adquirió una existencia
propia, independiente del autor. Juan Mondiola, «en tono de
don Juan canchero y suburbano» al decir de José
Gobello, narraba sus crónicas deportivo-sentimentales
plenas de pintorescos matices. Fue Pedro Seguí, uno de los
más talentosos dibujantes de la década del
cuarenta, quien materializara su porteñísima
estampa: «el saco gris, el funhi negro y el lenghe de
clase» con monograma. Dos volúmenes titulados
«Andanzas de Juan Mondiola» (1947) y «Juan
Mondiola» (1954) recogen todas las notas de Bavio
Esquiú. Un tango inmortalizó también su
nombre. En el cine fue encarnado con singular
identificación física y sicológica, por Juan
José Miguez.
Patoruzú
Sin lugar a duda uno de los personajes más
representativo de la historieta argentina es Patoruzú, la
creación de Dante Raúl Quinterno.
Este era discípulo del Mono Taborda y se había
iniciado en las famosas Páginas de Columba
ilustrando aquella histórica pelea entre Firpo y Dempsey
en el Polo Grounds de Nueva York en septiembre de 1923.
Hacia 1925 Quinterno publicaba sus creaciones en muchas
revistas, dando vida entre otros personajes a «Don
Fermín» (conocido luego como «Don
Fierro») de quien habláramos líneas
más arriba. Pero es 1927 y para el diario
Crítica cuando Quinterno crea su tira titulada
«Un porteño optimista», que más tarde
se llamaría «Las aventuras de don Gil
Contento». Al año siguiente incorporó a ella
un nuevo personaje: se trataba de un indio tehuelche, cacique de
la Patagonia, que entró por la puerta grande de la
historieta como si ya conociera su exitoso destino. El
miércoles 17 de octubre de 1928 Crítica
anunciaba a sus lectores la inminente incorporación de
este personaje. Al día siguiente repetía el
anuncio: «Mañana debuta el indio
Curugua-Curiguagüigua». Por fin el 19 de octubre de
ese año, en el primer cuadro de la tira «Don Gil
Contento», el indio gritaba desde la puerta de un tren
carguero: «¡Guagua! ¡Piragua! ¿Vos sos
meu tutor chei? ¡Curugua-Curiguagüigua te
saluda!» a lo que Gilito responde: «Por fin llegaste
Patoruzú. Te bautizo con ese nombre porque el tuyo me
desconyunta las mandíbulas».
Lo cierto es que fue el Dr. Muzio Sáenz Peña
quien le sugirió a Quinterno que cambiara el nombre del
personaje por uno más fácil de recordar.
Patoruzú era la contracción de un caramelo de color
negro muy famoso por entonces, conocido como Pasta de
Oruzú. En 1930 aparece en La Razón;
en 1935 en El Mundo y en 1936 tiene su propia
revista.
Patoruzú es el símbolo de todas las virtudes
inalcanzables para el común de los mortales argentinos; es
un hombre simple y sencillo, sobrio y estoico en extremo, con un
patriotismo sin límites, con mucho de quijote y de
intrépido a la vez y generoso hasta el desprendimiento
total.
No faltaron, sin embargo, quienes encontraran en el personaje
rasgos de una personalidad compleja, que no es materia para
analizar en el presente trabajo.
Hemos podido saber de dos composiciones que se le dedicaron,
sin descartar que pudieran existir otras.
«¿Qué hacés Patoruzú?» es
una ranchera que grabó Francisco Canaro con la voz de
Roberto Maida y un tango titulado «Patoruzú»
que firman Baldomero Suárez y Ricardo Pontón. A
tantos años de distancia el personaje mantiene una inusual
vigencia.
Sueños de historieta
Para cerrar estos apuntes, que sólo constituyen una
reseña parcial e incompleta del tema abordado,
quisiéramos hacer referencia a un tango inédito
aún, que en 1990 compusieron Osvaldo Tarantino
–«uno de los más extraordinarios pianistas del
tango de todos los tiempos» al decir de Horacio
Ferrer– y el poeta Ricardo A. Ostuni, padre de uno de los
responsables de este trabajo.
El tema se titula «Sueños de historieta» y
es un homenaje a esos «maestros del plumín y la
tinta china, genios con un corazón grandote de purretes, a
quienes nuestra infancia les debe tantas sonrisas»,
según la dedicatoria de los autores.
El tango nació en el Café Homero, en Palermo
Viejo, donde Tarantino y Ostuni formaban por entonces parte del
elenco. Originariamente la letra era un soneto, pero por las
exigencias de la música devino en su estructura actual. En
una de sus partes dice:
Sueños de historieta Ganas de darle a la barreta, y limarle los barrotes a la mufa como Piantadino cuando estaba en cufa. Igual que el Padrino saber que la vida es una garufa. Y ser don Fulgencio y aún a la distancia revivir la infancia con el alma inquieta. Ya ves que la ilusión no está
perdida si al final la vida es tan sólo un sueño de
historieta.
La existencia de tantas obras inspiradas en personajes de
historietas, podrían inducir al equívoco de que el
tango no siempre es «un pensamiento triste que se
baila». Sin embargo, como en las matemáticas, la
excepción confirma la regla. La materia del tango es la
tristeza, dice la autora italiana Meri Franco-Lao, porque el
tango expresa siempre el tiempo perdido y el inasible
sueño de su recuperación. También estos
personajes –caricaturescos y reideros– evocan
años del lejano ayer. El pasado gravita con singular
presencia en la sonrisa de hoy.