8º Encuentro Internacional de Historietistas

José María Villasana, precursor de la historieta mexicana

 

Hugo Arturo Cardoso Vargas
Sociólogo, docente e investigador, Escuela nacional de estudios profesionales Acatlán, Naulcalpan, México

 

Resumen

El objetivo de esta colaboración es describir algunas de las historietas –en forma y contenido– que José María Villasana publicó en los diferentes periódicos entre 1872 y 1888; esto con la intención de recuperar algunas de las características de este muy conocido periodista mexicano del siglo XIX y menos estudiado como historietista.

Abstract

The objective of this collaboration is to describe some of the comics –en it forms and content –that José María Villasana published in the different publications entity 1872 and 1888; this with the intention of recovering this very well-known character’s work in the history of the Mexican journalism of the XIX century and so little studied as historietista.

 

Introducción

De inicio se menciona que el origen del interés por estudiar la historieta mexicana obedece a que como profesor en la Facultad de Estudios Superiores Acatlán –de la Universidad Nacional Autónoma de México– en el ámbito de la información científica de la prensa mexicana del siglo XIX, en especial entre 1850 y 1869 entre los periódicos del período que consulté apareció La Ilustración Potosina1  en ese periódico editado por José Tomás de Cuéllar, durante su exilio, en la ciudad de San Luis Potosí, capital del estado homónimo. Entre las páginas de La ilustración, como un regalo especial para sus suscriptores, el editor incluía cuatro páginas adicionales que describían una historia bajo el título de Rosa y Federico. Esto sin tener nada de extraordinario ni excepcional; pero el agregado «novela ilustrad(a) contemporánea» sin duda, significaba algo más que la novela tradicional romántica de la época.
Consecuentemente, «Rosa y Federico. Novela ilustrad contemporánea» fue, en realidad, la primera historieta publicada por la prensa mexicana2 . A partir de esta representación icónico-verbal como la designan algunos especialistas, la primera historieta mexicana se siguió investigando en torno a la figura del que creemos es su autor: José María Villasana. Así que en esta ponencia se presentan algunos de los resultados de la investigación denominada «José María Villasana precursor de la historieta mexicana» que se encuentra actualmente en desarrollo. Esta investigación sin duda pretende recuperar tanto la vida como la producción artística en general de Villasana. Pero también tiene como finalidad el recuperar una parte de esa producción estética que es poco conocida como corresponde al género –naciente– de la historieta; y que como toda su obra está dispersa en todos los periódicos en que colaboró o los que editó.

 

Objetivo

Por todo lo anterior, es evidente que el objetivo de esta ponencia es recuperar algunas de las más representativas historietas publicadas por José María Villasana en la prensa mexicana entre 1870 y 1890. Para alcanzar este objetivo se organiza la exposición de la siguiente manera. En la primera parte se recuperan algunos datos biográficos de José María Villasana; en la segunda, se describen algunas de sus historietas, según un orden cronológico; reconociendo que no son todas las obras, labor imposible de recuperar aquí. Por eso se seleccionaron sólo algunos ejemplos ilustradores del dominio del lenguaje icónico-lingüístico de la historieta.

 

José María Villasana, vida y obra

Verdaderamente escasos son los datos biográficos de este destacado mexicano que merece un reconocimiento mayor a su vida pero sobre todo a su obra. Así se reconoce que José María Villasana fue originario del puerto de Veracruz-frente a la Isla de Cuba-; pues ahí nació en 1845 hijo del señor José María Villasana y doña Luisa Carballo. Por ende, el nombre completo de este personajes fue José María Villasana Carballo. En 1904 murió a los cincuenta y nueve años en Tacubaya. José María Villasana fue reconocido como un litógrafo precoz, pero también se desempeñó como impresor, periodista y diputado por su estado natal en el Congreso de la Unión.
 
Las primeras litografías, que se le atribuyen a Villasana, fueron realizadas a los catorce años en el taller de Inclán, ilustraciones para la novela en cuatro volúmenes «El jardín del bello sexo» (1859) de Manuel Ibo Alfaro y para «El monje negro», novela histórica de Torcuato Tarago y Mateo. Desde esa fecha hasta la década de 1869, aparentemente, no existen datos de producción litográfica ni de su paso por la Academia de San Carlos. Esto permite afirmar con Manuel Toussaint que Villasana debió viajar al extranjero, entre los catorce a los veinticinco años.
La primera mención pública importante que se hace de Villasana es a través de su trabajo como litógrafo en La ilustración potosina3 . Ahí es donde publica «Rosa y Federico. Novela ilustrada contemporánea». Cierto es que el autor de «Ensalada de pollos» entre otras obras costumbristas de la segunda mitad del siglo XIX, menciona como dato en esa columna, que Villasana fue alumno de la Academia de San Carlos; pero no fue posible localizar su nombre en los distintos documentos que integran su archivo ni en las guías que se han elaborado para acceder a esta información. Tampoco es fácil establecer la razón de que Villasana se encontrara trabajando en la ciudad de San Luis Potosí; sobre todo porque no existía algún vínculo familiar en esta capital.
Al retornar José Tomás de Cuéllar a México –después de su exilio forzoso en San Luis Potosí– se hace acompañar por Villasana, a partir de ese momento, imprescindible presencia para el desarrollo de la ilustración litográfica mexicana. Aunque a José María Villasana se le ha calificado de ser un individualista; pero como editor, ilustrador y autor de artículos es quien define personalmente la vocación y el estilo de las publicaciones en que interviene.
Una vez en México, instalado en su taller de la calle de Capuchinas, Villasana se dedicó a ilustrar el enorme proyecto editorial concebido por el propio de Cuéllar: «La linterna mágica» de 1871. Pero aprovechó también para ilustrar el periódico La Orquesta. En este periódico fue contratado para sustituir a Santiago Hernández y permanece hasta octubre del año siguiente. Se retira para incorporarse al grupo de ilustradores de La Historia Danzante.
 
Pero también en 1872 José María Villasana colaboró en otro importante medio impreso: México y sus Costumbres. Este periódico fue ilustrado totalmente por Villlasana. Aquí vale la pena destacar la cabeza de este periódico (tipografía e impresión realizada con pluma litográfica con algunos retoques de tinta aplicada con pincel). Es una obra de inusitada belleza en su género. Representa el paisaje mexicano y, por medio de dos parejas, la encarnación de la vida indígena y mestiza. Como símbolos de la cultura nacional figuran al centro de la imagen un globo terráqueo, planos, ídolos, un capitel griego, etc. La composición tipográfica y pictórica se integra en un todo indivisible. Los temas de las caricaturas incluidas en esa publicación son la vida civil (la solterona), la vida política (critica a los actos de injusticias realizados por Lerdo de Tejada y retrato de héroes nacionales) y escenas costumbristas con un toque irónico en algunas ocasiones.
La Historia Danzante era un semanario sui generis, pues su contenido era esencialmente musical, pero las ilustraciones de José María Villasana aparecen en la portada y su trabajo consiste en ilustrar, no sólo en términos gráficos, la composición musical; sino además narrar, cuando era posible una historia de la propia pieza. Así, por ejemplo, en el número 5 del jueves 13 de marzo de 1873 a «Las tres gracias de la época polka-mazurka» compuesta por Andrés Díaz de la Vega le acompañan una litografía de Villasana, con ese título referida al contenido de la música 4.
La Historia Danzante (1874) fue un semanario musical ideado por Villasana. Cada una de las estampas por separado y todas en conjunto constituyen el delirio de la caricatura litográfica. No se puede pedir más: la asociación de caricaturas con música compuesta ex profeso, es su creación más brillante. Así demuestra los alcances de su arte fantástico, sus ilimitadas capacidades como dibujante, su espíritu crítico y su buen humor. Esta revista poseía tanta alegría de vivir, que el espíritu que lo anima está lejos del timbre trágico predominante en la litografía del siglo XIX. Sus litografías están desprovistas de solemnidad, y estallan rebosantes de espontaneidad, de libertad de criterio plástico y de conciencia crítica jocosa.
Después de estas actividades, Villasana se compromete en un nuevo proyecto editorial; este, tal vez el más importante para su momento: El Ahuizote. Con el subtítulo Semanario feroz aunque de buenos instintos. Pan, pan; y vino, vino: palo de ciego y garrotazo de credo, y cuero, y ténte tieso se hace evidente su sentido nacionalista, puesto que el ahuizote (en náhuatl, perro de agua) era una animal mítico, que moraba en las aguas y que se acercaba a la orilla llorando como un niño para que se le auxiliara. Con sus cuatro patas y su cola terminabas en manos atrapaba y ahogaba a sus víctimas.
Claro que con Riva Palacio, como coeditor y cerebro aparente, El Ahuizote se convirtió en un periódico interesado en atacar –ferozmente– al presidente Sebastián Lerdo de Tejada. El Ahuizote aparece como pieza capital en la historia del arte litográfico mexicano: fue la primera publicación que dejó atrás la litografía dibujada con lápiz graso combinado con otras técnicas, para iniciar la ilustración a pluma y tinta litográfica. Además, desde el punto de vista del contenido, aparecieron un sin número de personajes típicamente mexicanos gracias a la pluma litográfica de Villasana.
Una vez logrado el ascenso político de Porfirio Díaz a la presidencia de México, ese carácter crítico, ese sentido profundamente mordaz que José María Villasana mostró, en especial contra Lerdo de Tejada, desaparecieron por razones que son obvias. Se volvió un «consentido» del presidente y por ende su trabajo de ilustrador, caricaturista y sobre todo de historietista, no cejó, pero sí perdió esos atributos, ganó en calidad expresiva, en un uso más eficiente de la viñeta, de un dibujo cada vez más personal e irrepetible; pero también empezó a explorar el emplear imágenes ya dibujadas para volverlas a insertar en otras viñetas.
Así que la década de 1880 fue de no menos trabajo, mediado o vinculado con su labor como diputado al Congreso de la Unión por su natal Veracruz. Sus dos más importantes aportes de la época son sus colaboraciones para los periódicos La Patria Ilustrada y México Gráfico.
La Patria Ilustrada (1888), publicación ambiciosa fundada por Ireneo Paz, reúne a los dos extraordinarios artistas Villasana y Posada. Algunas veces las estampas no están firmadas, y resulta casi imposible distinguir sus respectivas contribuciones por la similitud de factura y de conceptos plásticos.
En el «seminario humorístico con ilustraciones» México Gráfico (1889), Villasana, como su editor, tiene la facultad de transformarse sin repetirse. Su estilo gráfico evoluciona hacia el art nouveau, pero conserva su gusto por la vida, y en esta revista típica del fin del siglo nos deja un testimonio visual de la belle époque en México. Su dibujo alcanza en ella exquisitos refinamientos que nos hacen pensar que su cultura y su sensibilidad, más que un simple afrancesamiento, reflejan la mirada de un conocedor del arte popular y la picardía francesa. Como decía antes, José María Villasana muere en la villa de Tacubaya, cerca de la ciudad de México en 1904.

 

Las historietas de Villasana

Sin poder agotar el tema, es posible recuperar el de las historietas publicadas por José María Villasana a partir de un criterio cronológico y ubicando a cada una de ellas en los medios impresos en que aparecieron.
 
Así, en apego a este criterio la primera historieta es la de «Rosa y Federico. Novela ilustrada contemporánea» publicada en La Ilustración Potosina y que se conoce a través de la Revista Latinoamericana de Estudios sobre la Historieta, número 8.
Una vez que Villasana abandona la ciudad de San Luis Potosí, en compañía de José Tomás de Cuéllar, para instalarse en la ciudad de México, de los primeros trabajos que se le reconocen en su participación como ilustrador y litógrafo fue en el periódico México y sus Costumbres.
En México y sus Costumbres Villasana publica una serie de litografías muy interesantes para los historiadores de la historieta mexicana.
El ejemplo más interesante es, sin duda, la litografía intitulada «El pollo». Vale decir que «El pollo» es una historia debida a la pluma de José Tomás de Cuéllar y que Villasana ilustra mediante el empleo en una sola placa litográfica varias viñetas. De modo tal que es posible –a manera de un reloj– leer las actividades del pollo según la hora del día de que se trate; porque esto determinaba lo que hacía este singular personaje más que literario del siglo XIX mexicano. El tema fue tratado por José Guadalupe Posada en La Patria Ilustrada (1890) a través del lagartijo.
Con una litografía muy semejante en su estructura a la de «El pollo»; es una placa que contiene distintas viñetas que permite una lectura diversa pero esencialmente narrativa Villasana publica «La pollita» y «El gacetillero». También en México y sus Costumbres aparecieron otras: «Las artistas» y «Consejos a los viajeros del futuro ferrocarril de Veracruz».
La primera integrada por tres viñetas sin ninguna –aparente– intención narrativa, según los textos de cada una. La primera: «Ensayemos un movimiento oscilatorio de cuadriles que estoy segura causará efecto». Después un diálogo: «–Oye Fierabrás estas guedejas están demasiado largas. –Demasiado, como que no son tuyas». La última: otro diálogo «–Fíjate mucho en el que mira allí enfrente. –Es verdad, pero no te descuides, que por detrás te asechan».
En «Consejos», también de tres viñetas, sí existe una intención narrativa porque los textos describen una situación especial, complementada por las imágenes. Así, el primer consejo es «Se debe ofrecer el abrigo a la caída de la tarde»; después, «Si uno no lo tiene y hace frío debe excitar la compasión de su vecina», pues, «Y entonces bien puede abrigarse así...».
Después de esta importante colaboración en México y sus Costumbres, Villasana se compromete en otro proyecto: El Ahuizote: Semanario feroz aunque de buenos instintos. Pan, pan; y vino, vino: palo de ciego y garrotazo de credo, y cuero, y ténte tieso coloquialmente reconocido como El Ahuizote. Fue un periódico publicado bajo la responsabilidad de Homobono Pérez en la Ciudad de México por Editores José María Villasana y Cía. por la Imprenta y Librería de los Niños, que se ubicaba en la calle del Espíritu Santo. Su periodicidad era semanal.
El primer número de El Ahuizote apareció el 5 de febrero de 1874, y fue una publicación de fuerte oposición al gobierno de Sebastián Lerdo de Tejada. Juan N. Mirafuentes fue el primero en escribir los textos políticos; sus secciones fueron «Chistes», «Porrazos» y «Diversiones». José María Villasana fue el encargado de las portadas e interiores, realizadas en litografía. El Ahuizote, una vez instalado el primer período presidencial del general Porfirio Díaz, desaparece. Pero para la historia de la historieta, aparecen varias láminas que contienen aquí sí una intención narrativa; por ejemplo «¡¡¡Gran walz infernal!!!», «Llenar hasta...» y «Los pecados capitales del gobierno son siete», complementado con «Contra estos siete vicios hay siete virtudes».
En la primera de mayo de 1874, aparece el entonces presidente Sebastián Lerdo de Tejada con su gabinete en seis viñetas. Las tres superiores después del presidente, los ministros del Interior y del Exterior; en las otras los mismos personajes bailan con otros no identificables.
En «Llenar hasta...» de junio de 1875 el protagonista, Lerdo de Tejada se presenta como un sujeto avaricioso que no le importa emplear medios legales e ilegales para cumplir su cometido; pero antes de ceñirse la corona su insaciable apetito es la causa de su extinción.
En «Los pecados capitales», Villasana nuevamente presenta a Lerdo de Tejada y sus siete pecados capitales: soberbia, avaricia, ira, gula, envidia y pereza. Todo esto lo representa el presidente en turno. Pero en la misma lámina litográfica, aparece otra narración –la otra cara de la moneda de los pecados– y que son vividos por el pueblo. El ataque persistente contra Lerdo es evidente en el número 25 del viernes 23 de junio de 1876 cuando se describe bajo el título «El orgullo de la patria» a don Sebastián y todos sus atributos empleando las didascalias seudo apologistas con una intención narrativa satírica y aun cómica. Pero no podría dejar de mencionarse «Las aventuras de dos frenólogos de Frankfort», donde la víctima es Blas Balcárcel, ministro de fomento de Lerdo.
Después de El Ahuizote, Villasana desaparece del escenario editorial hasta que en 1883 es colaborador de La Patria Ilustrada, suplemento semanal de La Patria, Diario de México que dirige Irineo Paz.
 
Simultáneamente Villasana colabora con La Época Ilustrada, suplemento semanario del diario La Época, que tuvo dos épocas: la primera con Villasana como ilustrador y –destacable– reproducción de historietas de autores europeos como Apeles Mestres, Jesu, Lafose, Denove y Michel. La segunda a partir de la renuncia de Villasana en diciembre de 1884 y la aparición de un mal imitador: Frimus. De La Época Ilustrada se recupera una serie de historietas: «Estudios sociológicos»; como ejemplo «Un padre en semana santa». En la narración Villasana emplea sólo dos palabras; pero los distintos significados que adquieren la llenan de originalidad.
En 1888 Villasana funda México Gráfico, publicación de la cual es director e ilustrador.
En México Gráfico Villasana muestra otro interesante aporte: la repetición de imágenes o viñetas. Como ejemplo se menciona «Actualidades en la casa». En esta historieta aparecen imágenes repetidas –hasta seis veces– en la primera parte de la historia de los dos personajes; en la segunda solo una vez.
También aparecen otras historietas como por ejemplo «Un poco de claro oscuro. Historia del gendarme num. 20,702». En la narración de 16 viñetas hace crítica mordaz de los gendarmes y sus oficiales de la época. Claro que aparecen otras historietas más breves como por ejemplo «Las tres caídas», que narra en tres viñetas las caídas de un ladrón que entra a una cantina y se emborracha, y por eso es capturado por la policía. Entre estas litografías se podría mencionar «Un recurso» que en seis viñetas narra la historia de Próspero quien de la noche a la mañana se convierte en un doctor famoso y millonario.
En 1889, Villasana continúa con «Actualidades», y de estas se recupera: «La pantera de San Cosme». La protagonista es una pantera decidida a sustituir la carne de los cuadrúpedos por la de los humanos. Al recorrer las calles va seleccionando a sus posibles víctimas.
Finalmente, aparecen otras historietas como por ejemplo «Historia de un periódico», «El paseo de las flores», «La locomoción» y «Episodio de estos días» publicados en México Gráfico.
En conclusión, con todos estos ejemplos tomados de la pluma litográfica de José María Villasana, personaje poco estudiado, se identifica a un verdadero precursor de la historieta mexicana. Aunque no se desconoce la existencia de otros ilustradores tan diestros como: Lira, Cárdenas y Noé (hasta José Guadalupe Posada), ilustradores que exploraron pero no suficientemente la historieta y su riqueza expresiva; como Villasana.

 

Notas

1. El nombre oficial del periódico fue La Ilustración Potosina. Seminario de literatura, poesía, novela, noticias, descubrimientos, variedades, moda y avisos (Cfr. Díaz Alejo, Ana Elena: «La Ilustración Potosina»).
2. Cfr. Cardoso Vargas, Hugo Arturo: «La primera novela ilustrada mexicana “Rosa y Federico. Novela ilustrada contemporánea”», Revista Latinoamericana de Estudios sobre la Historieta, 2, 8, diciembre 2002: 240-252.
3. Id, pp. 249-250 citando a José Tomás de Cuéllar: «La Ilustración Potosina», p. 42. @Bibliogafía = 4. Cfr. Jiménez Codinach, Guadalupe: «La litografía mexicana del siglo XIX: piedra de toque de una época y de un pueblo» en «Nación de imágenes. La litografía mexicana del siglo XIX», CNCA, México, 1994, p. 143.